Noticias de Cantabria
Editorial 21-06-2018 20:50

La libertad de la Manada

La puesta en libertad de los chicos (delincuentes) más famosos de España ha producido una cascada de declaraciones, y lo peor, que unos y otros han empezado a rasgarse las vestiduras, los primeros para ponerse al frente de la marea de reproches y los segundos para atacar el sistema.

Para nosotros tanto la sentencia como la puesta en libertad no es más que el fiel reflejo de la situación general en la que vive este país. Este país tenía que haberse transformado, modernizado desde la A la Z y desde los juzgados a las instituciones pasando fundamentalmente por la clase política, verdadero azote de la mayoría de las sin razones.

Este país está atrasado y tiene razón la nueva ministra cuando dijo que principalmente -hay que reformar las mentes-. Yo añadiría algo más, falta mucha educación en este país además de respeto a las ideas de los otros y a la pluralidad, solo ver el caso catalán nos saca de dudas (de quicio) porque en ese territorio impera la supremacía de la idea. Recuerden que nuestras universidades en el Ranking de Shanghai ni aparecen cuando la ciencia, la técnica y la sociología son motor de la convivencia.

Ahora aquí en Cantabria tenemos un lío con los profesores a los que representan todos los sindicatos y han llegado ya casi al acuerdo de que -lectivo es todo- solo un pero, que faltan los profesores griegos de la antigüedad. Con estos presupuestos no pueden aparecer más que esos resultados, como reconvertir una violación en abusos deshonestos.

Y es que una vez más la sociedad y la justicia no van por el mismo camino.

Recuerdo cuando estudiaba derecho, ¡cuantos años han pasado!, nuestro profesor de derecho penal de la Central de Barcelona nos decía:”...queridos alumnos primero nos preparan el fallo y luego nos hacen el relleno”. Era un gran profesor y un gran catedrático.

Esto no funciona y todos somos culpables, se han perdido los principios y valores, y recuperarlos, va a costar algo más que lágrimas y sangre porque no hablamos para no molestar y cuando nos manifestamos es que algo ha sucedido que no tiene marcha atrás.

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