Un alcalde embriagado de poder

Así sucedió el pasado viernes durante el transcurso del Pleno extraordinario en el Ayuntamiento de Laredo donde el Alcalde Vega, habiéndome excedido apenas 30 segundos en mi turno de réplica (de 5 minutos) como portavoz del Grupo Municipal de Impulso Popular de Laredo (IPdL), “cerró” mi micrófono y me retiró el uso de la palabra.

El tema era importante (tasas municipales) y protesté serenamente pidiéndole medio minuto más, aspecto que se puede comprobar, pues está grabado. Es sabido que la legislación sobre Régimen Local permite incluso duplicar los turnos de intervención en determinadas circunstancias, pero de nada sirvieron mis argumentos: su Señoría –pues así se hace llamar nuestro Sr. Alcalde- reprodujo de manera mecánica,  eso sí, muy reglamentaria, las tres llamadas al orden y mandó que la policía municipal (exquisitos en el trato por cierto) efectuara mi expulsión del Pleno, órgano que constituye la herramienta fundamental para que la oposición ejerza su labor de control y fiscalización de la acción del gobierno.

Sin duda en ese momento, con mi intervención, estaba denunciando algo que este señor no quería oír y tiró de potestades, que no de recursos, de los que carece por otro lado.  En otras ocasiones incluso ha recurrido a la violencia física contra sus propios compañeros de grupo (recuerdo que fue condenado por una falta de lesiones a otro concejal por un Juzgado Penal de Santander hace apenas un año).

Laredo no merece un Alcalde así, que cercena la libre expresión de los diferentes Grupos Municipales de la oposición y aplica de manera sectaria, interesada y parcial un Reglamento que debe servir para ordenar los debates, no para acallar la crítica.

Así lo entendió el resto de Grupos de la oposición, PSOE e IU, que abandonaron la sesión como gesto de protesta ante una actuación torpe y prepotente. No así el PRC, socio de gobierno del PP y convidado de piedra en un mandato absolutamente mediocre para Laredo, en el que la ausencia de proyectos, inversiones y políticas que redunden en el beneficio de los laredanos es inversamente proporcional a la propaganda, el autobombo, los fastos, saraos y el gasto desmesurado.

Un alcalde que gana tanto como el Presidente de Cantabria - en una villa de 12.000 habitantes, ojo -, que es incapaz de rebajarse en tiempos de crisis un céntimo de su sueldo como hemos propuesto reiteradas veces,  que oculta información municipal de según qué expedientes a los concejales de la oposición o que acalla la voz crítica con actuaciones lamentables como la del otro día (previamente a mí, expulsó a un ciudadano del público que hizo un comentario en voz alta y posteriormente amenazó con expulsar a mi compañero de Grupo Miguel González por intentar mediar y hacer ver lo arbitrario e injusto de la medida). Este no es por tanto, un alcalde de estos tiempos, ni creo que se corresponda con el perfil de alcalde que actualmente le da los mejores resultados al PP en diversas capitales como Santander.

Laredo languidece y este hombre sólo se preocupa de aprobar reglamentos de honores y distinciones, que le habiliten a llevar banda y bastón y trato de Ilustrísima, cobrar una cantidad obscena en los tiempos que corren y alejarse con sus actitudes cada vez más de sus convecinos. Este es el alcalde que representa al Partido Popular en mi pueblo y al que apoya de manera gregaria un diezmado PRC.

Vega, es sin duda el gran simulador de la política pejina, que parecía poseer aquéllas virtudes que él mismo se encargó de aparentar durante sus 33 años de discreto concejal, y que ha tenido que ser elegido alcalde para que los ciudadanos vean lo vano, fatuo y aparente de su capital político y  la carcundia retrógrada de sus modos y actitudes.