Noticias de Cantabria
20-02-2016 06:51

Medinaceli

No es un lugar a dónde hayan ido demasiadas personas, pues es una villa situada en la provincia de Soria, lugar de paso de antiguas culturas y enclavado en un alto desde dónde se domina una amplia extensión del territorio circundante.

 

Hace unos días he tenido ocasión de volver a visitar este lugar y ya había olvidado muchos detalles de aquella primera visita de hace bastantes años. Lo primero que a uno le sorprende, es el arco romano de tres arcadas que se encuentra en el acceso a la población, con una altura de 8,50 m., lo que puede dar idea de la importancia que los romanos atribuyeron a este enclave.

Y con la dominación musulmana, la antigua Ocilis de los romanos, adquirió un importante valor estratégico, hasta el punto de que Almanzor (Al-Mansur, El Victorioso), se asentó en la misma y desde este lugar realizó las razzias contra los reinos cristianos, hasta que fue derrotado en la célebre batalla de Catalañazor, no muy lejos de este lugar. Y por este lugar campearon Alfonso VI y, de forma especial, El Cid Campeador, quién venció en Medinaceli al moro Hariz en el año 1066.
Pero no es de Historia de lo que pretendo hablar hoy. Actualmente el poblado de Medinaceli, con unas calles distribuidas en zig-zag para que los habituales y fríos vientos puedan ser más soportables, se encuentra en una situación de cierta decadencia, a pesar del esplendor de otros tiempos. Escasos habitantes, pocos servicios, salvo los de hostelería que abren en verano y en su recorrido tuvimos la suerte de ser acompañados voluntariamente por Miguel Tugores, un arquitecto mallorquín que ha venido a afincarse a este lugar y dónde ha generado unas iniciativas singulares.
Pues de la mano de Miguel, profundo conocedor del lugar, enamorado del mismo y deseoso de hacer algo por Medinaceli, tuvimos ocasión de conocer cada uno de los rincones del lugar, los magníficos mosaicos romanos descubiertos, la muralla romana y musulmana que cerca aún parte de la población, el castillo –que fue alcazaba de Almanzor-, la enorme plaza de la villa, la alhóndiga, la casa del concejo, los restos de las muchas iglesias que hubo en la villa, la grandiosa colegiata, los palacios que a duras penas aún se mantienen en pie, especialmente el de los actuales Duques de Medinaceli. Recorrer sus calles y plazas, identificar sus blasones, contemplar el conjunto, es algo que puedo aconsejar a quien tuviere la oportunidad de llegarse hasta este lugar ¡No le defraudará!.
Y en esta visita, se mezcla un sabor agridulce, pues junto a la afirmación de que la villa está en un proceso de degradación, de despoblación y de envejecimiento, compensa encontrarse a personas como Miguel, que disfruta de su bien merecida jubilación trabajando sin denuedo por esta villa, y que espera sin perder la ilusión que las autoridades de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, incluyan en sus proyectos turísticos y culturales a la bella villa de Medinaceli.
Y voy a centrar mi interés en dos monumentos singulares de Medinaceli:
El primero es la enorme colegiata solicitada por el Duque de Medinaceli en 1562 y aprobada al año siguiente por el Papa Pío IV, no sin la oposición del Obispo y Cabildo de Sigüenza, lo que también supuso la desaparición de las más de una docena de monasterios y parroquias que existían; está en un estado lamentable que si no se actúa con urgencia, la humedad puede originar un daño irreparable. Si acceden a la misma, podrán encontrarse con un templo iniciado en el siglo XVI y con modificaciones y añadidos posteriores, destacando un magnífico retablo, una buena rejería, el coro, el Museo de Arte Sacro y está coronada por una imponente torre; también se encuentran allí, una copia del famoso Cristo de Medinaceli y el Jesús Nazareno de Medinaceli, que gozan de la especial devoción de muchos católicos.
El otro, es el Palacio renacentista de los Duques de Medinaceli, imponente edificio construido a comienzos del siglo XVI, de planta rectangular y con un patio interior cuadrado y que ha sido cubierto con una luminosa cúpula piramidal, por iniciativa y empeño de Miguel, nuestro guía circunstancial; este palacio fue proyectado por el arquitecto Juan Gómez de Mora en 1623, quien también proyectó el palacio de los Acebedo en Hoznayo (Entrambasaguas), hecho ya una vergonzosa ruina. Si el Palacio Ducal ya constituye un edificio de gran interés, a pesar de que en el siglo XIX fueron derruidas sus dos torres, no es menos interesante el uso que le está dando Miguel Tugores, quién se ha enfrascado en la rehabilitación de la planta baja, dónde la Fundación DEARTE, que él dirige, organiza exposiciones, conciertos y diversos actos culturales. El Ayuntamiento ha instalado un Museo con la historia de la villa, destacándose los mosaicos romanos hallados en la localidad.
Pero lo más importante, no se lo pierdan. Miguel, con tesón, perseverancia y búsqueda denodada de colaboraciones, ha conseguido en el centro del patio del palacio, instalar un pavimento de madera y organizar –en Medinaceli, sí, sí- un Festival de Ópera, que ya lleva varias ediciones y que aún conserva el enorme cartel de la obra de este último verano: La Traviata, de Giuseppe Verdi o la pequeña Flauta Mágica; y además, va acompañado de otras actividades como Ópera & Baco, mezclando ópera o galas líricas con la restauración del lugar, recitales, concurso de canto, conferencias, etc.
No puedo extenderme, pues pudiera estar escribiendo muchas más cosas sobre lo que allí ví y percibí, pero me llevo un recuerdo imborrable de esta visita a la villa de Medinaceli. Si alguno tuviera la curiosidad de conocer más de este tema, le facilito su Pag. Web., con el permiso de Miguel: www.dearte.info, desde dónde es posible realizar una visita virtual: http://goo.gl/maps/Zw6A2

 



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