¡Ay de nuestras universidades….!

La primera universidad española que figura en este listado es la Pompeu Fabra de Barcelona (239), seguida por la Universidad de Barcelona (261) y la Universidad de Granada (268).

Otras ocho universidades españolas se incluyen entre las 500 mejores (Autónoma de Barcelona, Autónoma de Madrid, Complutense de Madrid, Santiago de Compostela, Politécnica de Valencia, Jaume I, Universidad del País Vasco y Universidad de Valencia); el número ha descendido, pues se ha caído de este ranking la Universidad Rovira y Virgili.

Y, lógicamente, ya los lectores estarán buscando cuáles son las universidades que lideran este ranking un año tras otro y analizar sus méritos para estar en el mismo; entre las diez mejores, ocho son de los EE. UU. (Harvard, Stanford, MIT, Bérkeley, Princeton, Columbia, California Institute of Technology y Chicago) y dos de Gran Bretaña (Cambridge y Oxford). La Universidad de Harvard suele ser habitual que encabece, año tras año, este ranking, así como otros, también prestigiosos.

Es lamentable que España no esté en este grupo del Top 200, lo que si sucede con países de nuestro entorno como Francia, Alemania, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Italia, Irlanda o Portugal.

La Universidad de Harvard (Harvard University) fue fundada por el clérigo Jhon Harvard, quien donó su biblioteca y parte de su patrimonio y su estatua preside el campus; está localizada en Cambridge, Massachusetts y es la institución de enseñanza superior más antigua de los EE. UU., fundada en 1636; es una universidad privada asentada en un campus de 1,5 Km2 y tiene unos 7.000 estudiantes y 14.500 de postgrado (es decir, unos 21.000 en total); su presupuesto es de 37.600 millones de dólares, tiene una biblioteca de 15 millones de ejemplares y la institución es noticia habitual por los avances y descubrimientos en su seno. Siempre quieren tener a los mejores profesores y los mejores alumnos, pues la excelencia es su divisa.

En España haríamos bien en analizar nuestra situación, qué tienen las mejores universidades del mundo y cómo podríamos mejorar las nuestras, dónde la mediocridad campa a sus anchas.

Hace ya un tiempo publiqué un artículo comparando nuestra Universidad de Cantabria con la de Harvard. ¿Qué tiene Harvard que no tenga la de Cantabria?. Si Vds. analizan los datos cuantitativos de la Universidad de Harvard y los comparan con la de Cantabria, no observarán excesivas diferencias (Número de alumnos, de profesores, presupuesto, etc.); otra cuestión es cuando entramos en lo cualitativo y ahí sí que la diferencia es abismal, comenzando por los premios Nobel salidos de la misma: 74. Así, pues, podemos seguir por la selección de profesores y alumnos, buscando la excelencia; aquí, en España, seguimos con la “endogamia” en cuanto a la contratación de personal docente y debe decirse que es el elemento más importante de una universidad. En cuanto a la “Selectividad”, ya observamos que el porcentaje de aprobados roza el 100 por 100, lo que demuestra que lo importante es “que tengamos alumnos” y por eso algunos “impulsos” para que no haya otros competidores.

A partir de estos dos aspectos, podemos llegar a otros como el económico, dónde las aportaciones a la Universidad de Harvard de personas y entidades particulares es importante; pero, ¡claro!, saben que sus aportaciones van a llegar a buen fin, que se realizarán importantes descubrimientos y aportaciones y, en consecuencia, aparecerán recompensas y Premios Nobel. Por el contrario, nuestras universidades no son sostenibles económicamente, pues todos hemos querido tener una universidad en nuestro pueblo, en algunas ocasiones las carreras se han hecho en función de los profesores y no de los alumnos, con lo que hemos tenido estudios con muy pocos alumnos en algunas ocasiones y eso es insostenible, salvo que salga de nuestros impuestos exclusivamente.

Analicen las tasas de nuestras universidades, casi gratis, pues están pagadas con los impuestos, fundamentalmente. Vean cómo lo tiene Harvard u otras universidades punteras, dónde hay buenas becas pero para alumnos sobresalientes, mientras aquí cuando no hace mucho un ministro quiso poner un 5,5 para obtener beca, algunos partidos clamaron al cielo. ¡Así nos va!. Los que ya peinamos canas, recordamos que en nuestros tiempos las becas eran para los mejores, cosa que ahora ya no sucede.

O nos atrevemos a cambiar radicalmente nuestra universidad o seguiremos en la cola de cualquier ranking de calidad; me temo que optaremos por esta segunda opción, es decir, no hacer nada y seguir con la rutina. ¡Al tiempo!