Noticias de Cantabria
14-10-2017 10:43

Una república basada en la mentira

Se encuentra la sociedad española preocupada por la deriva que está tomando la autonomía catalana, que basada en la mentira pretende constituir una república independiente.

¿Por qué en los medios de comunicación se habla de referéndum, cuando eso de Cataluña no ha sido un procedimiento jurídico que merezca tal nombre? En verdad el referéndum es el mecanismo por antonomasia de democracia directa, pero para ello ha de cumplir con todos los requisitos jurídicos de legalidad, objetividad y honradez. En este caso no se han dado estas condiciones: no se ha convocado conforme a la ley, se ha actuado con clandestinidad, se ha votado sin ningún control, y se ha dado el resultado antes de que se hubiera hecho el recuento. ¿Una actuación sobre mentiras, puede dar pie a que se denomine referéndum?

Analizando el motín catalán que ha llegado a este punto, no es un programa descubierto por sus gobernantes, sino que tiene una gran tradición, y lo han copiado con gran perfección. Fue inventado y utilizado para crear la leyenda negra que se ha cernido sobre la historia del pueblo español. Pues bien, ese mismo método han adoptado los catalanes.  Una forma de actuar probado con gran éxito para denigrar a España, y lo más grave es que se trata de una leyenda tragada por muchos españoles, y que aún lo vemos afirmar en algunos programas de las teles.

 La leyenda negra contra España viene de siglos atrás, pero ha tenido una gran efectividad. ¿Fueron verdad las acusaciones en que se fundamenta? No. Pero la repetición de acusaciones con una publicidad adecuada, aunque fueran sin causa, fue efectiva y ha llegado a constituir como una densa niebla que no ha dejado ver la verdad. En realidad se basa en un programa de mentiras, que de tanto repetirlas terminan creyéndose. Este modo de actuar las autoridades catalanas han sabido llevarlo a cabo al pie de la letra sobre una población confiada, con grave peligro de desmembrar España. 

Es un programa muy simple, consiste en achacar unos calificativos peyorativos al enemigo que se quiere rechazar, el cual queda indefenso, y aunque sean mentiras, la fuerza de los medios hace que penetre en el convencimiento de la gente, conforme a aquel axioma: «calumnia que algo queda». Cuando la publicidad es potente queda mucho. Y en la sociedad actual vale más una divulgación finamente inoculada por los medios de convicción a la gente, aun en el caso que se esté viendo con los ojos que no es verdad.

La inteligencia de la agencia catalana ha buscado y organizado argumentos debidamente cocinados, cuyos tópicos se han utilizado como causas razonables, aunque desquiciadas y sacadas de contexto, provocando un odio a España. Lo cierto es, que con más o menos arte, el cúmulo de mentiras se manifiesta a través de un amplio espacio de tiempo, organizando en una serie de causas, muy pocas pero bien seleccionadas, las cuales van variando de unos momentos a otros, pero sin diferir gran cosa de su estructura básica son los siguientes:

- Un Gobierno inconsciente, que durante muchos años no advierte el huracán que se está creando al calor de la vida del bienestar, cómoda y feliz, porque es incapaz de percibir que la ideología le va socavando la tierra que pisa, con programas que no han sabido ver desde un principio.

- Acusación de avaricia, con expresiones como «España nos roba», que sea verdad, es lo que menos importa. Saben provocar una penetración profunda en las personas, y queda clavada en la conciencia de que es una imposición de un imperio avaro de  riquezas, con un deseo profundo.

- Además se acusa que el que se impone es un pueblo inculto, bárbaro y cruel, de muy inferior linaje, que pretende imponerse a una sociedad de un nivel superior, con una cultura sobresaliente. Para probar esto no se han avergonzado de apropiarse de las figuras más eminentes de quien acusan.

- No falta una consideración inadmisible, que el que se impone sea una sociedad de vagos, de malas costumbres y depravados, que se está  imponiendo a una sociedad trabajadora, de una moral exquisita, y de un nivel humano mucho más elevado.

- No deja de entrar en el sentido estético, porque se trata de unos pueblos inferiores, que no guardan la pureza de sangre que aseguran los catalanes, que por esta consideración se habían conservado al margen de toda mezcla de gentes.

 

No se trata más que de una cuestión de técnica, es la hora de dar un empujón, se coloca una élite en el pedestal, y se inocula a las masas una ideología. Se crea un ensueño en gran parte del pueblo, pues venden libertad, vida feliz y prosperidad. Esto ha funcionado bien muchas veces: un grupo de hombres aparece en el escenario social pidiendo poder y notoriedad para acabar con la opresión y ofreciendo libertad, igualdad, justicia, etc. y el pueblo ingenuo tiende a creerlo. Al final, la realidad es que sólo es sustituir una cara por otra. Pero el pedestal no hay quien lo mueva. Sólo varía el inquilino.

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