Un cobarde en Bruselas

Recuerden amigos que nosotros los españoles, y también los catalanes, somos capaces de reírnos de nuestras propias sombras, miserias y la fuga del presidente de la República catalana no puede ser menos porque los chistes y las chirigotas que circulan por la red las hay por miles y al menos nos alegran el día.

Pero es que la fuga de Puigdemont, siento decirlo, produce hilaridad, gracia, cachondeo y pitorreo; todo un presidente de la República catalana del siglo XXI del móvil e internet con ocultismo, lo sabíamos todos, se va con sus cómplices aplaudidores en coche hasta Marsella (a sus nietos se lo contarán y sus nietos se reirán pensando que es una batallita del abuelete) y allí cogen un avión a  Bruselas. Qué espanto, qué ridículo, nadie le perseguía, pero él, cauto, le comentó a su abogado y éste, profesional, le asesoró que cogiese la maleta del dinero, la pela y pusiese pies en polvorosa para arreglar sus bancos y sus cuentas corrientes en Bruselas,Suiza etcétera, aunque otros dicen que ha sido una cortina de humo ya que fue su mujer, de nacionalidad rumana, la que regresó a su país Rumania a poner a buen recado la pasta del matrimonio, la pela es la pela.

Al presidente de la República catalana le nombraron los chicos revoltosos de la CUP (en mis tiempos bandera roja) encabezados por la famosa Gabriela, la de la sudadera parlamentaria; y en coche y avión se marchó a Bruselas en calidad de prófugo perseguido por la justicia, y dejó a sus súbditos tirados, descompuestos, tristes por el ridículo que hacia su jefe, y sin los sueldazos que recibían por aplaudir. Lo de la República catalana, y perdónenme los que con ingenuidad han seguido a Pujol el chorizo, Mas el gentleman que hablaba alemán y Puigdmont el del flequillo en ristre, resulta todo un esperpento patético que será difícil de olvidar y superar en lo que de absurdo tiene. Yo si fuese seguidor del independentismo por dignidad me marchaba y lo más cerca sería a Santo Domingo a tomar el sol a ver si me daba una insolación y confundía la realidad con la ficción. Esperemos que los belgas no quieran formar parte de este sainete y nos lo devuelvan sano, salvo y con el flequillo, queremos que pague por su sinvergüencería. Esperemos que la justicia al menos en este caso sea rápida y funcione, creo que sí, y le manden unos días al trullo aunque solamente sea con una única imputación: “Tonto de Capirote” con mayúsculas.