Noticias de Cantabria
23-12-2009 09:00

Los que se echaron al monte

Echarse al monte para preservar la libertad es una tradición paleohispánica y paleohispanoamericana. La historia comenzó con Viriato en la Sierra de la Estrella y alcanzó su cenit hace ahora 200 años con la francesada.

Como resultado de esa manera de combatir, durante la guerra de la independencia surgió un préstamo lexicográfico del español a muchas lenguas del mundo: la “guerrilla”. Las guerras carlistas, la guerra civil y la posguerra también fueron testigos de esta forma de hacer la guerra “echándose al monte”. Podríamos concluir diciendo que echarse al monte, al igual que el exilio, es una categoría española. El título de este artículo glosa el de un libro de Isidro Cicero acerca de los guerrilleros republicanos de las montañas cántabras, mal llamados en ocasiones “maquis”.

En América los españoles denominaron cimarrones a los esclavos negros fugitivos que buscaron una vida en libertad en lugares apartados en las selvas y en las montañas, lo que dio precisamente nombre a los fugitivos, los que se habían escapado a las cimas, con una metáfora análoga a la de las reses cerriles o cerreras, aquellas que se habían escapado a los cerros. La mayor concentración de cimarrones se dio en el Perú y en la isla de Cuba, donde aún existen comunidades de cimarrones como la de Viñales.

En América las comunidades de cimarrones recibieron dos nombres principalmente: palenque y quilombo. Un palenque fue originalmente, como su nombre indica, un terreno cercado por una empalizada o estacada para celebrar actos solemnes. Quilombo tiene un origen africano, kimbundu, tal vez procedente del norte de la actual Angola. Como nos informa el DRAE, la palabra quilombo, que en Venezuela vale por “lugar apartado y de difícil acceso”, suele significar en muchos países iberoamericanos “lío, barullo, gresca, desorden”; en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay se ha especializado aún más y es sinónimo de prostíbulo. Tal vez la expresión “merienda de negros” proceda de la noción de que una aglomeración de tantos negros necesariamente tenía que ser la anarquía en estado puro. Sin embargo, el quilombo más conocido, “El Quilombo de los Palmares”, enclavado en las posesiones brasileñas de Portugal, llegó a tener una población de cerca de 15.000 esclavos huidos y se mantuvo independiente durante la mayor parte del siglo XVII, por lo que debió tener una organización administrativa y política nada desdeñable.

La palabra cimarrón pasó al inglés como maroon  o maroonage, pues los ingleses entraron en contacto con los cimarrones muy pronto. Sir Francis Drake reclutó cimarrones para sus expediciones y cuando los ingleses se apoderaron de Jamaica se encontraron con vigorosas comunidades de estos fugitivos en las tierras altas del interior de la isla. Los principales enemigos de los cimarrones fueron los rancheadores, bandeirantes o capitanes de bosques contratados por los propietarios de esclavos con la misión de encontrar el rastro de los fugitivos y capturarlos, algo que en portugués de Brasil se denominaba con cruel eufemismo resgatar.

El amor por la libertad del cimarrón, del maroon, tuvo una hermosa y evocadora elegía en el poema de Luis Alberto de Cuenca Maroon. Concluiremos este pecio con sus últimos versos: Enarbolaste la bandera negra de Némesis/Jamás me he sentido tan orgulloso de tu valor/ Y en el incendio tropical de la choza/Besar tus labios y encontrar en ellos la pesadilla del maroon.

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Comentarios(4):

Juan IV - 27-03-2010

Ésos que se echaron al monte no tenían nada de románticos luchadores por la libertad. Eran rojos, eso sí, pero es que, aparte de que el comunismo y la libertad son conceptos antitéticos, esos guerrilleros, o maquis, o emboscados, o los del monte, como los llamaban, no eran más que bandidos vulgares, atracadores, secuestradores y extorsionadores, salteadores, y asesinos en suma. La Guardia Civil los persiguió por sus delitos comunes, no ya por su pasado de combatientes comunistas. No los glorifiquemos ahora, igual que antes de 1975 glorificaban a los de la Eta muchos de los que ahora los combaten.

lectora - 24-12-2009

Muy bonito articulo Cuando entre imagine otra cosa pero cuando lo he leido existe mucha erudición.No conocia a este articulista y poco dicen de el Es de Santander -Cantabria?

Cuerre - 11-10-2010

En primer lugar luchaban por el derecho mas natural, el de vivir; la libertad bien entendida, como la caridad, empieza por uno mismo. No te confundas ni confundas, el ser rojos como tú y los tuyos de la época los denominaban no es sinónimo de ser comunistas. Si los del monte eran todos esos epítetos que mencionas, entonces ¿qué eran los que les obligaron a serlo?: abusones, bandidos de guante fino, torturadores y bastante más asesinos que los que mencionas. Valora quién teniendo mejores ocasiones NO apretaba el gatillo, por no hablar de quien representando a la Ley acababa con civiles desarmados, emboscados entregándose con los brazos en alto... La GC los obligó a delinquir, deslomando a alguno por detalles como no querer casarse con su ramera o por escuchar informativos no reglados. Como ves la libertad y el franquismo también eran antitéticos, no sólo el comunismo. Eso por no hablar de lo que sin comerlo ni beberlo tuvieron que sufrir sus familias: interrogatorios, registros, ruina, cárcel... Así que Juan IV, glorificar no, pero desnortar menos. Salud.

Cuerre - 11-10-2010

Disculpa, quise decir denostar.