Noticias de Cantabria
27-04-2017 07:07

Esperanza y el liberalismo castizo

Aguirre ha tenido el respe y gracejo que tanto gusta a un sector de los madrileños. LLegó al poder tras un escándalo protagonizado por los tránsfugas Tamayo y Sáez, en el que nunca se aclaró si anduvo detrás.

Se va (si lo hace) por el escándalo de uno de sus hombres de confianza, el enésimo escándalo de uno de sus elegidos. Ya antes, cuando la ola de una de las innumerables redes de corrupción que animan la vida madrileña llegaba a sus puertas, dijo retirarse para dedicarse a la familia, para poco después pasar a fichar por lo que la prensa denominó una empresa de cazatalentos. De colocar y enchufar amigos creemos otros, acorde con lo que ha sido la política en su entorno.

Esperanza siempre se ha declarado liberal acérrima, y lo ha practicado desde la administración pública. Acemoglu y Johnson publicaron hace unos años un libro titulado: “Por qué fracasan los países”, que ha sido de enorme éxito internacional. En él desarrollan la tesis de que en los países que se instalan lo que denominan élites extractivas son los que fracasan. Llaman élites extractivas a las que se especializan en apoderarse de las riquezas creadas en vez de ser capaces de crear nueva riqueza.

El término de liberal en el ámbito coloquial es absolutamente confuso, confusión que permite que tirios y troyanos se lo puedan autoadjudicar sin excesivos problemas de conciencia; no así cuando se usa el término neoliberal que pasa a tener otras connotaciones.

 

Esperanza siempre se autodefinió como liberal e incluso antes de ingresar en el Partido Popular perteneció a uno que llevaba tal calificación en sus siglas. Desgraciadamente en España se ha venido utilizando el término liberal para justificar todo tipo de tropelías y fechorías. Con la disculpa de liberalizar, entre amigos, amiguetes y amigotes se han quedado a menudo con las joyas de las empresas públicas y de los servicios públicos. Las privatizaciones de todo ello son un perfecto ejemplo de cómo las élites extractivas se reparten el capital acumulado. Algunos autores denominan el capitalismo español como capitalismo castizo; no sé si el término procede de que el casticismo madrileño es el origen del capitalismo corrupto de nuestro país. Las redes y operaciones que persigue la fiscalía anticorrupción casi siempre asientan sus reales en la Villa y Corte de Madrid. El capital público mobiliario e inmobiliario de los españoles repartido en subasta y adjudicado a cuenta de jugosas comisiones pagadas en España y fuera de España, según se desprende, como ejemplo, de la información del auto de procesamiento del hombre de confianza de Aguirre. No sé si una vez más se invocará el infame argumento de lo de la financiación de los partidos, para justificar la fechoría, mecanismo consistente en cometer todo tipo de delitos para pagar a paniaguados y garantizarse su fidelidad, su silencio y su complicidad. Ya sé que esta conducta no es patrimonio madrileño, que el modelo se practica en demasiados sitios y el ejemplo le tenemos cuando hace unos días el amigo y socio de Jordi Pujol, ese tal Prenafeta, declaraba en juicio, que era público y notorio que en Barcelona se pagaba el 3% por las adjudicaciones efectuadas por los servicios públicos y el capital público. Pero hoy escribimos de Esperanza Aguirre e Ignacio González, hoy escribimos de la privatización de esa joya de del capital público de los madrileños, que se llamaba Canal de Isabel II, que ha servido para que ese modelo de liberalismo, saquee a los madrileños, lo mismo que ayer sus homólogos de Cataluña, saquearan a los barceloneses con esa otra joya que allí lo llaman liceo catalán. Es ejemplo de manual para el libro de Acemoglu y Robinson. El patrimonio público repartido entre carteristas.

Sé el primero en comentar