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Corazón para un siglo 06-12-2025 06:45

Corazón musical Dr. José Manuel Revuelta Soba

¿En alguna ocasión, ha experimentado una sensación de placer mientras escuchaba su música preferida?, fue el impacto directo del ritmo musical en su organismo. Recientes investigaciones científicas informan que la música, aparte de proporcionar emociones, protege la salud del corazón.

 

¿En alguna ocasión, ha experimentado una sensación de placer mientras escuchaba su música preferida?, fue el impacto directo del ritmo musical en su organismo. Recientes investigaciones científicas informan que la música, aparte de proporcionar emociones, protege la salud del corazón.

Desde la antigüedad, la música ha sido una fuente de entretenimiento, inspiración y desahogo. Investigaciones recientes encuentran que la música activa determinadas áreas del cerebro, cuyos mensajes protegen el corazón humano, haciéndole latir con vigor y buen ritmo.

El corazón genera su propia electricidad mediante determinados procesos bioquímicos que tienen lugar en las cubiertas (membranas) e interior de las células, dónde originan unas diferencias de potencial eléctrico con descargas de bajo voltaje, entre 0,1 y 0,3 milivoltios (mV), medibles con facilidad en el electrocardiograma. Para que esta asombrosa actividad eléctrica haga contraer el músculo cardiaco, de forma acompasada, se requiere de unas órdenes y estímulos concretos procedentes del cerebro y del propio corazón, que viajan por una compleja red de fibras excitables con precisión matemática.

Pitágoras de Samos (570 a.C.-490 a.C.), gran matemático de la Antigua Grecia, en su Teoría de las Proporciones, determinó la estrecha relación de los números con la armonía musical. Durante la Edad Media, la música fue definida como los números en movimiento, sentándose las bases de la teoría musical, como las progresiones melódicas y las pulsaciones por minuto como sus elementos esenciales.

El término musical tempo, palabra italiana que significa tiempo, hace referencia a la velocidad con la que se ejecuta una pieza musical. El tempo suele indicarse en las partituras al inicio de la pieza por encima del pentagrama, en forma de pulsaciones por minuto, internacionalmente abreviado como bpm (del inglés, beats per minute), como el ritmo del corazón (latidos por minuto, que en inglés también se abrevia como bpm). El tempo musical suele correlacionarse con los cambios en la frecuencia cardiaca, efecto que parece depender de la velocidad de la música, más que del estilo o la preferencia musical.

Las composiciones musicales que desean trasmitir emociones fuertes utilizan variedades de tempo rápido (elegro, vivace, presto) y muy rápido (prestissimo, con más de 200 bpm), mientras que las variedades de tempo lento (andante, adagio, grave, lento) y muy lento (largo, con 20 bpm) generan tranquilidad, más frecuentes en la música clásica. Cuando el tempo es rápido, la frecuencia cardíaca y la presión arterial se aceleran, mientras que cuando es lento disminuyen. La variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC) entre los latidos del corazón, incluye la arritmia sinusal respiratoria (RSA), un fenómeno que relaciona los latidos cardiacos con la frecuencia respiratoria. Estos hallazgos científicos nos descubren como el corazón no es indemne a las emociones musicales.

El corazón humano es sensible a la música

La música afecta el sistema cardiovascular a través de múltiples mecanismos. Sabemos que el corazón responde a las vibraciones musicales haciendo que el cuerpo se excite o relaje. Estos efectos se consiguen a través del sistema nervioso autónomo (SNA), parte del sistema nervioso encargado de las funciones involuntarias del cuerpo (ritmo cardíaco, ritmo respiratorio, digestión y temperatura corporal, entre otras). La liberación natural de compuestos químicos en el cuerpo, llamados opioides endógenos (endorfina, encefalina y dinorfina), pone en marcha una sensación de bienestar, aparte controlar las emociones, el estrés y el dolor. El agradable estado de ánimo generado por la música proviene también de la producción de unos neurotransmisores (dopamina) que disminuyen la ansiedad y la depresión, además de unas hormonas procedentes del sistema nervioso simpático (adrenalina y cortisol) y parasimpático (oxitocina), ambos componentes del SNA. Los cambios fisiológicos en la frecuencia cardíaca y la presión arterial producidos por la música rápida o lenta son complejos. Según el tempo musical, el cerebro responde a través de unas señales que son trasmitidas a los órganos del cuerpo, incluido el corazón.

Musicoterapia

Según un estudio clínico dirigido por el Dr. Predrag Mitrovic, profesor de Cardiología de la University of Belgrade School of Medicine (Serbia), la musicoterapia constituye un método eficaz para prevenir y ayudar al tratamiento de determinadas enfermedades del corazón. En un amplio grupo de 350 pacientes que habían padecido un infarto de miocardio llevaron a cabo un estudio, de forma que la mitad de ellos recibieron el tratamiento estándar y la otra mitad además sesiones de música durante 30 minutos diarios, mientras descansaban con los ojos cerrados. Estas sesiones de escucha diaria se prolongaron durante 7 años, encontrando al final del estudio que la musicoterapia fue más efectiva que el tratamiento estándar aislado, en cuanto a la reducción de la ansiedad, la sensación de dolor y el estado de bienestar. Lo más significativo fue que encontraron que estas personas presentaron una incidencia menor de enfermedades cardiacas, como una reducción del 18% en la tasa de insuficiencia cardíaca; 23% menor de repetición del infarto de miocardio, 20% menor necesidad de cirugía coronaria y 16% menos muertes de causa cardiaca.

Según el Dr. Mitrovic: La musicoterapia ayuda a contrarrestar la actividad del sistema nervioso simpático, parte del sistema nervioso autónomo que impulsa la respuesta de lucha o huye, cuando una persona se enfrenta a una situación estresante. La ansiedad no tratada activa el sistema nervioso simpático incrementando el trabajo del corazón, como tras un infarto de miocardio. En este mismo sentido, el Dr. Peter Libby, cardiólogo del Brigham and Women`s Hospital de la Universidad de Harvard (Boston) comenta: Cada vez contamos con más pruebas de que la música puede beneficiar a las personas con enfermedades cardiovasculares.

En general, el efecto beneficioso de la música se basa fundamentalmente en equilibrar las dos ramas principales del SNA, que funciona como un piloto automático, regulando las funciones automáticas del cuerpo como la frecuencia cardíaca, respiración y presión arterial; una rama gobierna la respuesta al estrés (lucha o huye) y la otra controla la relajación (descansa y recupérate). Cantar, escuchar música o tocar un instrumento estimula al sistema nervioso parasimpático para favorecer la respuesta de la relajación. Esta acción tan beneficiosa de la música se trasmite a través del nervio vago, el más largo del cuerpo que va desde el cerebro al abdomen, regulando el funcionamiento del corazón, el sistema respiratorio y el digestivo; como parte del sistema nervioso parasimpático tiene como función principal la relajación de la frecuencia cardiaca, la respiración y la digestión reposada.

En la actualidad, la insuficiencia cardiaca constituye un problema sanitario importante. En España, esta frecuente enfermedad del corazón afecta a 1% de los adultos y 10% de los 10 millones de personas mayores de 70 años, por lo que existen alrededor de un millón de enfermos con insuficiencia cardiaca. Se asocia a la depresión, ansiedad y mala calidad del sueño, por lo que la musicoterapia está resultando muy eficaz para su tratamiento por su efecto beneficioso sobre la regulación de la frecuencia cardiaca, tensión arterial y la respiración.

El quirófano suele percibirse como un lugar temible por muchos pacientes, especialmente ante la necesidad de someterse a una operación del corazón, pudiendo provocar un estado de ansiedad que requiere de la atención médica. Crear un ambiente musical relajado tiene un efecto tranquilizador para la mayoría de los pacientes, y también para el personal médico y enfermería sujeto a una constante tensión por la responsabilidad que entraña su profesión y, a veces, por el estrés generado durante determinadas intervenciones quirúrgicas complicadas.

Cuando cantamos, escuchamos o interpretamos la música que nos agrada, nuestro corazón está modificando temporalmente su función motora para transmutarse en un corazón musical, generador de bienestar y salud para nuestro maravilloso organismo, aún tan desconocido.

 

La música es una revelación más alta que la ciencia o la filosofía ? Ludwig van Beethoven (1770-1827), compositor alemán.

 

Este artículo de divulgación científica se publica en CANTABRIA LIBERAL y ANDALUCÍA INFORMACIÓN.

José Manuel Revuelta Soba

Catedrático de Cirugía. Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria

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