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Opinión 25-09-2023 06:11

EL FUTURO DEL PSOE Por Juan Goti Ordeñana Catedrático de la Universidad de Valladolid

Esta decisión de promover una oposición por los socialistas históricos, hasta el punto de impedir un nefasto Gobierno de Sánchez, no sólo va a servir para salvar a España, sino, también, al mismo PSOE, porque si llega a disponer de otra legislatura, seguro que el partido socialista tradicional va a desaparecer, porque habrá un extraño partido de izquierda, pero no el socialismo reconocido.

 

 

Las elecciones generales del 23 de julio deben llevar a los socialistas a una honda reflexión. La vieja guardia del partido: Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, Virgilio Zapatero, Nicolas Redondo, expulsado, Paco Vázquez, Ramón Jauregui, etc., socialistas de toda la vida y con una idea clara de España, han saltado a los medios ante las maniobras de Pedro Sánchez y su corte de palmeros, condenando el intento de comprender dentro de la Constitución las exigencias presentadas por Puigdemont y los independentistas.

Los viejos socialistas no pueden darse a engaño, pues la marcha de los dos últimos Gobiernos de Zapatero y Sánchez, que precedieron a estas elecciones, ya les demostraron de qué era capaces, y que sus desvaríos no van a cambiar en el futuro. Pedro Sánchez no ha ganado las elecciones, pero la venta de España le facilita otra legislatura. Por lo que ¿cómo se le va a echar atrás en estas circunstancias?

Carles Puigdemont, el prófugo de Waterloo, ya anunció que la investidura del líder del PSOE estaba condicionada a la concesión de su amnistía y de la autodeterminación, dos actos inconstitucionales. Y se van a llevar a cabo estas exigencias, si el partido socialista, como tal, no pone los medios para impedirlo.

Un breve juicio del desvarío que supone el acuerdo con Puigdemont, basta con examinar los hechos: el quinto partido de Cataluña, con poco más de un 1% de los votos emitidos en la nación, resulta que es el que puede decidir el futuro de España: si se da el Gobierno al PP o al PSOE o si se va a unas nuevas elecciones. ¿No resulta ridículo que el futuro de España esté en la voluntad de dos personas? Un Pedro Sánchez dispuesto a vender la nación española por permanecer una legislatura más en la Moncloa, y Carles Puigdemont, un perseguido por la justicia, cuyo designio político y vital es, precisamente, cercenar España, al exigir la concesión de su amnistía y la autodeterminación para las regiones independentistas.

Cuál debe ser la actitud del partido socialista en estos momentos, lo apuntaba hace unos días en la COPE Alfonso Guerra, todopoderoso vicepresidente del PSOE, otrora en el poder: «Yo no me resigno, no lo voy a soportar, me rebelo, porque esta amnistía es la condena de la Transición, que es lo que vienen queriendo desde hace años y ahora lo dicen explícitamente». ¡Que esta rebeldía no quede sólo en una manifestación radiofónica, sino que sea efectiva! Son muchos los socialistas, con gran tradición, y que se han distinguido por la reforma de la sociedad, que ahora dicen enfrentarse a la política sanchista de este tiempo, la cual está demoliendo la renovación del PSOE que se hizo en Suresnes, y que logró introducirse en el quehacer político de

España. Es la oportunidad de la actuación de aquellos socialistas, para que consigan echar de la política a los de este Gobierno.

Es triste, cuando se ha llegado a la jubilación, ver que el trabajo que, con tanto esfuerzo, se hizo para una renovación de la sociedad, quede totalmente destrozado, por los que les han sucedido, y que por intereses particulares destruyan los patrones a los que se había llegado en la renovación de la sociedad, y que se camine hacia una dictadura.

Pero la pregunta es: ¿Esta vieja guardia del PSOE va a hacer algo para salvar esta situación? Es una situación de emergencia, como han clamado estos días en los diversos medios, los principales líderes socialistas. ¿Deben quedarse con la simple protesta o podrían actuar directamente? Ciertamente, tendrían que poner en juego todo su prestigio y autoridad moral, adoptando una posición firme ante el Comité Federal en defensa de la Constitución, que ellos redactaron y aprobaron. Se trata del imperio de la ley, que vemos cómo va ser infringida, trasgredida y menospreciada, y la unidad nacional está a punto de romperse. Por lo que, tomando conciencia de la situación, deben llegar a convencer a los parlamentarios responsables de cuál es el desastre al que caminan, si votan a favor de una nueva legislatura de Sánchez, en el que va a vender la nación por vivir él en la Moncloa.

Solamente bastaría, que entre los ciento veintiún diputados socialistas que se sientan en el Parlamento, tomasen conciencia al menos unos seis, que, todavía, alberguen en su ánimo la idea de la patria, y el sentido moral social del bien del pueblo, por lo que estén dispuestos a abstenerse en la eventual votación de investidura de un Sánchez, voluntariamente prisionero de los unos independentistas.

Ojalá, también, ante la situación en que nos encontramos, se despertase la conciencia en grandes sectores de la sociedad y se lanzase en masa a las calles, participando en ello los estamentos destacados de la sociedad, emitiendo al unísono mensajes contundentes de la desaprobación de la política que se ha llevado, protestando y condenando la ilegalidad, que ha desplegado el Gobierno de Sánchez.

Esta decisión de promover una oposición por los socialistas históricos, hasta el punto de impedir un nefasto Gobierno de Sánchez, no sólo va a servir para salvar a España, sino, también, al mismo PSOE, porque si llega a disponer de otra legislatura, seguro que el partido socialista tradicional va a desaparecer, porque habrá un extraño partido de izquierda, pero no el socialismo reconocido.

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