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Opinión 01-01-2024 07:37

POR LA VUELTA A LA FAMILIA Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid

Nos encontramos en los inicios de este tercer milenio con una propuesta, que ha enraizado fuertemente, y es la de destruir la familia. Pensamiento que ha logrado grandes avances, metiendo en la juventud esta idea, y negando todo tipo de moral.

 

La gran crisis de la humanidad, en estos momentos, está promovida por las medidas que se están tomando desde muy altas esferas, para provocar la destrucción de las instituciones fundamentales de la sociedad. La más importante y directamente atacada es la familia.

Ahora bien, la historia de la humanidad se ha construido sobre una determinada forma de convivencia, que es la familia. En ella se formó, según la tradición, la persona, sobre esta idea de persona se ha montado una determinada forma de coexistencia, y sobre ella se construyó el Estado. Ha llegado la era del progresismo, y presenta, como objetivo, romper esta institución, para que el individuo viva en su soledad, y así pueda la nueva concepción del Estado dominar al individuo, que, sin ningún apoyo social y privado de un orden moral, pueda ser dominado. Esta ideología progresista sólo quiere individuos consumidores de sus productos, pues así se construyen las grandes fortunas.

Nos encontramos en los inicios de este tercer milenio con una propuesta, que ha enraizado fuertemente, y es la de destruir la familia. Pensamiento que ha logrado grandes avances, metiendo en la juventud esta idea, y negando todo tipo de moral. La vida consiste en disfrutar lo más posible, y no comprometerse con las obligaciones que se contraen al formar una familia. No obstante, todavía, quedan algunos conservadores, que optan por el matrimonio, pero son cada vez menos, pues el espíritu conservador tiene mala prensa, y la publicidad lo califica de ultra derecha, sobre todo, cuando la televisión invita a los jóvenes, en muchos seriales, a romper las relaciones estables y, como si fuera algún progreso, a crear nuevas relaciones, las más disparatadas posibles, pues se pueden romper sin ningún coste.

A pesar de ello, la familia aún subsiste y hay que cuidarla, pues es la que ha construido, desde su base, los Estados con una estructura democrática, es donde se ha hecho al individuo consciente de sus valores: de su dignidad como persona, de la igualdad y de la libertad. Con estos principios la familia supo educar a los individuos, y les enseñó a organizar, desde la base, las relaciones humanas, que en los tiempos modernos se pretende romper para que se abandone, la forma de relación del hogar, y se introduzca en la idea de progreso, como si fuera el gran descubrimiento de la nueva sociedad, porque interesa el individuo solo. Quién al no tener un ambiente familiar, que le proteja, se hace un instrumento fácil de manejar, por no disponer de ningún punto de apoyo. Conviene reflexionar sobre la sociedad que viene con el progresismo, pues, todavía, los Estados están basados sobre la estructura de la familia, pero veremos hasta cuando puede durar esta democracia, una vez que se rompa la institución de la familia, llegarán los gobiernos absolutos, porque la personas no tendrá una base social donde sostenerse.

Para ver, a donde nos lleva la nueva progresía, basta ver el deterioro de las relaciones entre las personas, que integran la sociedad moderna.

Conviene observar, la cantidad de problemas que supone el trato de los niños en la escuela, donde todos los días afloran casos, y, aún, llegan a la utilización de armas; la falta de orientación de la juventud, que es patente; los suicidios en estas edades, que están aumentando de manera alarmante; a lo que se debe añadir, cómo en plena infancia se les plantea el problema de su propia identidad, con lo que destruyen su personalidad y el que sigue estas orientaciones malogra toda su vida. Ante estas situaciones que están a la vista de todos, resulta decisivo buscar formas de superación de los posibles enfrentamientos entre las personas mediante la reflexión y el diálogo, con el fin de suavizar las posibles posiciones demasiado enconadas

Tratándose de una institución tan importante, se ha de poner el mayor esfuerzo y atención para recuperarla. Y como se trata de la familia, institución verdaderamente transcendente para estructurar la sociedad, el que tiene que tomar mayor cuidado es el mismo Estado, pues constituye la base principal para su supervivencia como democracia, de otro modo perderemos lo que tenemos para caer en unas dictaduras como las que hemos conocido en tiempos recientes.

Visto los males que ha traído a la sociedad la progresía, con la quiebra de todos los principios que han llevado a la estabilidad de la sociedad, hoy día se está promoviendo la crisis de instituciones esenciales como el matrimonio y la familia, pues vemos el mensaje que desde algún tiempo se lanza desde las más altas instancias políticas, sociales y culturales, y así como por las más influyentes terminales mediáticas. Todo ello ordenado a fomentar la división en el matrimonio, excitando denuncias entre los esposos para romper las relaciones, y promoviendo toda clase de hechos agravantes que les induzcan a enfrentarse los esposos; así como acortar y cuando no a eliminar los trámites de disolución de las relaciones matrimoniales, y llegar a la ruptura del vínculo en el mínimo plazo posible. Favoreciendo todas las circunstancias que lleven a romper las relaciones matrimoniales.

A esta destrucción de la familia y de la convivencia social han dado un apoyo privilegiado los partidos de la siniestra extrema y la sectaria ideología feminista de género, para quien el hombre es sospechoso de toda clase de agresiones, que se califican, sin más, de terribles y heteropatriardales. Este ha sido el principal resultado perseguido por esta doctrina programada y privilegiada por este Gobierno. Pues el primer objetivo que se ha perseguido con este ministerio ha sido la destrucción del matrimonio y la familia, formada por un hombre y una mujer y los hijos habidos de su unión.

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