Noticias de Cantabria
15-02-2008 09:52

Peor que con González

La legislatura Zapatero ha sido una torrentera de retórica. Hay un ámbito en el que la retórica no sirve: la economía. Y la legislatura termina con un horizonte peor que el final de la era González en 1996.

Gramático nos ha salido el presidente por accidente, como si las palabras no sirvieran para describir la realidad sino para transformarla. El ciudadano español ha sido abrumado por un nuevo léxico, con el que, a semejanza del país de las maravillas de Alicia, el sentido de los concepto se ha trastocado: proceso de paz por negociación con los terroristas, alianza de civilizaciones por apaciguamiento a los integristas, derechos por apoyo a los tiranos... 

Pero paro significa paro, inflación, subida de precios, déficit en la balanza exterior implica que importamos más de lo que exportamos, desaceleración de la construcción se traduce fácilmente porque se construye menos, van trabajadores al paro y baja el precio de la vivienda, es decir, del patrimonio de los ciudadanos.

Lejos de la retórica zapateril de que estamos en la “champions” de las economías, perdemos por goleada y estamos en trance de descender, en un horizonte en el que no son descartables conceptos tan inquietantes como recesión y en el que, en expectativas, estamos peor que cuando Felipe González salió del poder en 1996, con la herencia de miseria habitual en el socialismo, que siempre ama tanto a los pobres que se empeña en crearlos por millones.

Los 132.378 nuevos parados de enero han hecho salir de la somnolencia a unas alarmas que debían haber sonado meses antes –cuatro previos seguidos de ‘creación’ de paro- y años antes, porque el gran secreto del milagro económico de Aznar-Rato fue la venta, a través de la Bolsa, mediante fórmulas de capitalismo popular, de las empresas estatales para hacer caja: Telefónica, Iberia, Endesa, Argentaria, etc. No se modificó, básicamente, el sistema de expoliación de las clases medias, que he descrito en ‘El manifiesto de las clases medias’ intentando dar la alarma y proponiendo soluciones –necesarias, urgentes-, en que se basa un sistema en el que la redistribución de la riqueza se hace de manera perversa: quitando a los pobres –a las clases medias- para dárselo a los ricos –subvenciones y canones a artistas sin arte, cineastas que expulsan de las salas a los espectadores a base de insultarles, y autores de la tardomedieval SGAE.

Desincentivando el trabajo y el riesgo creador. Con una clase política hiperinflacionada –en Texas, algo mayor que España, hay un gobernador y un parlamento que se reúne un mes al año con dietas, y aquí hay más de mil ministros entre el Gobierno, las autonomías y las diputaciones, y con parlamentos en cada esquina patria-, con una educación estatalizada y en crisis aguda, sin liberalizar sectores, atrapados por un Estado de bienestar herrumbroso, el socialismo ofrece intensificar el mal a fuerza de cheques y donativos con cargo al contribuyente, porque el lema parece ser: con el dinero de otros hacen fiesta los devotos...socialistas.

Peor que con González porque, además, quienes más van a sufrir el paro va a ser la población emigrante, de baja cualificación, de difícil recolocación y sin el colchón familiar que permitió atenuar a los autóctonos la crisis del felipismo. Y eso puede disparar la conflictividad social y la inseguridad ciudana.

Paro implica drama humano y, además, más gasto público. Significa, en el mundo real, en el de la economía, lejos de las mandangas de la propagandas y de los rollos zapateriles de la factoría Ferraz, menor consumo; menor consumo produce paro en el sector servicios; paro en el sector servicios se traduce en más gasto público. Ya ni tan siquiera –a base de vivir, como rentistas de la herencia- es suficiente con bajar impuestos, que es imprescindible, ahora hay que reducir drásticamente el gasto público.

Súmese agua despilfarrada para no hacer trasvases, una energía carísima –porque somos los más progres del mundo y los más ecologistas y aborrecemos de la nuclear-, un combustible caro, biocombustibles que disparan los precios de los productos básicos, pues se extraen de cereales y maíz, que importamos, la entrega del sector eléctrico al Gobierno italiano –Endesa- y previsiblemente al francés –Iberdrola-, que no van a tener como prioridad invertir en España, para describir un panorama de catástrofe, de proletarización de las clases medias. Porque catastrofista no es quien denuncia, sino el que monta la catástrofe, el que lleva la nave hacia la tormenta perfecta. Cenizo no es el que describe la realidad, sino el que la pudre.

Catastrofista no es el que, desde el puente mando del Titanic, avisa de la presencia del iceberg, sino el que, con frivolidad y retórica, mantiene directo el rumbo hacia la mole. Vamos –estamos ya- hacia una crisis no coyuntural, ni tan siquiera estructural en el sentido clásico, sino de modelo. Nuestra sociedad no funciona: expoliar a las clases medias se ha convertido ya en un suicidio colectivo. Es preciso, es urgente que las clases medias sean conscientes del peligro, tomen conciencia de su fuerza y reaccionen antes de que sea demasiado tarde.   

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Comentarios(1):

ADMIRADORA - 18-02-2008

D. Enrique: Como siempre estoy de acuerdo con usted en todo lo que ha escrito. Le pido por favor que cuando pasen las elecciones, puesto que ahora parece ser dificil, no olvide lo que la señora Narbona ha hecho al aplicar arbitrariamente la Ley de Costas, pertenezco a la plataforma de afectados y somos más de 7000. Pinche en "COSTAS MARITIMAS" a donde el abogado Sr. Ortega informa ampliamente sobre este tema que está silenciado por muchos medios de comunicación. Este gobierno de "talante" y "dialogante" ha causado la desgracia de muchas familias. "DRAMAS HUMANOS SILENCIADOS " sería el título apropiado para describir lo que está ocurriendo en España. El próximo marzo tenemos la oportunidad para que los políticos mediocres y enanos como el Director Genberal de Costas, y Narbona, reciban lo que se merecen, lo mismo que su jefe ZP que no ha dado la cara. Gracias D. Enrique, ayer le escuché y merece la pena sufrir insomio como yo