Santander armada... de pan y circo...

Todos sabemos cómo es el presidente de Cantabria cuando se pone insistente –para lo que a él le interesa, claro- y a José Luis Rodríguez Zapatero no le quedó más remedio que ceder y designar a Santander como organizadora del Día de las Fuerzas Armadas en 2009. Hasta ahí todo era muy bonito, exaltación de lo patrio, presencia de los Reyes y de la ministra de Defensa y el mejor de los deseos de quienes lo sienten como algo muy cercano... Pero, las malas noticias no tardaron en llegar, porque se anunció que el tradicional desfile se suspendía –realmente dijeron que se sustituía por otro más modesto- por motivos económicos. Sin embargo, e imaginándonos lo que ha costado todo el dispositivo de seguridad y el desplazamiento de tantos militares y altos cargos, además de los ágapes de SS. MM. los Reyes, hacen que cualquiera se plantee si realmente era necesario tal dispendio para algo que se queda a medio camino de lo que debería haber sido. Bien es cierto que calculan que unas 100.000 personas vieron la espectacular exhibición aeronaval del sábado por la mañana, pero no es menos cierto que hizo un día impresionante y, probablemente, mucha de esa gente habría acudido igualmente a la playa a tomar el sol o a pasear.

Otro de los actos programados era la jura de bandera de civiles, en la que participaron, entre otros, el propio Revilla, Íñigo de la Serna, Severiano Ballesteros y la corporación municipal de Santander al completo, así como 300 ciudadanos y ciudadanas. El lugar hacía muy difícil a los familiares apreciar el momento de la jura de los suyos, amén de una evidente desorganización porque de las dos tribunas montadas para la ocasión y las tres banderas para besar, al padre le podía tocar a 200 metros de donde estaba su hijo. Cosas del directo, deben ser. Y, además, tras ello, se produjo el minidesfile que no satisfizo a nadie y que, como dirían en una transmisión del pasado año de Fórmula 1, “no pestañeen, porque se lo perderán”. Así fue.

En este país, que es democrático y en el que se supone que la libertad de expresión está protegidísima, siempre tenemos que soportar, sobre todo en grandes manifestaciones públicas, a quienes rebasan la línea y pasan al insulto o a la ofensa. Esto ocurrió, principalmente, con motivo de la visita de la ministra de Defensa del Gobierno de España, Carme Chacón, a Santander para participar en los actos del Día de las Fuerzas Armadas junto a SS. MM. los Reyes. Es imperdonable que, disfrazados entre una mayoría respetuosa, cuatro energúmenos y energúmenas -porque eran de ambos sexos- llamen “hija de puta” a la máxima representante civil de Defensa. Y todo, ya lo sabemos, únicamente por la inclinación política de la susodicha y de los agitadores. Distinta, evidentemente, aunque estos últimos dirán que contraria.

Y una de las cosas que más me llamó la atención fue que se deslizó que la cena oficial en el Parlamento de Cantabria tendría un número cerrado de invitados con mucha presencia militar por motivos evidentes. Sin embargo, la “jet set” santanderina no podía permitirse no salir dándole la mano al Rey y chuleándose con sus amiguetes de que cenaron al lado de Don Juan Carlos. Vamos, como la vida misma. Y eso es lo más triste, que tengan que andar “mendigando” invitaciones. Y entre esos, probablemente, muchos empresarios y políticos a los que la crisis les dio igual y contribuyeron a aumentar el gasto con una cena que no debió ser precisamente barata. Pero no hay problema, lo pagamos entre todos los cántabros.

Parece ser, para finalizar, que lo que funcionaba hace un par de milenios en Roma sigue plenamente vigente en nuestra sociedad actual: pan y circo. Es lo que nos va, señoras y señores y nuestros políticos lo saben aprovechar porque vivimos completamente narcotizado.

¡Ah! se me olvidaba una de las cosas que más relevancia ha tenido del viaje de los Reyes: mientras los españoles andaban preocupados por el avión usado por Zapatero para sus desplazamientos personales, el domingo, tras una recepción en el Palacio de la Magdalena, S. M. la Reina Doña Sofía dejó de lado los protocolos y las medidas de seguridad exageradas y tomó un avión de Ryanair a Londres desde Parayas para visitar a su hermano Constantino, recientemente operado en la capital inglesa. Este hecho, muy aplaudido por eso de apretarse el cinturón en tiempos de crisis, ha servido a los listos irlandeses de la compañía de bajo coste para utilizar la imagen de nuestra soberana como publicidad. La han retirado posteriormente, pero el impacto ya lo habían conseguido. Visto lo visto, quizá debería haber aprovechado alguno de los aviones de la Patrulla Águila para que le llevaran sin público y sin aprovechados.