El acuerdo nuclear de 2015 cumple diez años vacío de contenido y en medio de tensiones por la ofensiva de Israel
El PAIC sufrió un duro golpe en 2018 con la retirada de EEUU, mientras que el conflicto llevó a Teherán a suspender su cooperación con el OIEA

La firma del histórico acuerdo nuclear alcanzado en 2015 entre Irán y diversas potencias mundiales cumple este lunes una década en un momento de máxima tensión después de que el texto quedara prácticamente vaciado de contenido tras la retirada de Estados Unidos del mismo en 2018 y la reciente ofensiva lanzada por Israel contra el país centroasiático, a la que se sumó Washington con diversos bombardeos contra instalaciones nucleares, sin que el alto el fuego en vigor desde el 24 de junio haya dado paso a un nuevo proceso de conversaciones.
El acuerdo de 2015, conocido formalmente como Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), fue resultado de años de negociaciones entre Irán y el conocido como P5+1 --integrado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, además de Alemania-- y la Unión Europea (UE), un hito respaldado por el organismo internacional y que fue visto como un logro a la hora de descartar las dudas sobre el programa nuclear iraní y las presuntas intenciones de Teherán de militarizarlo, algo siempre negado por Irán.
El PAIC, firmado bajo la Presidencia de Barack Obama en Estados Unidos y la de Hasán Rohani en Irán, supuso la puesta en marcha de limitaciones significativas al programa nuclear iraní, incluidas inspecciones y supervisiones por parte del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), a cambio de una retirada de las sanciones a Teherán precisamente por sus actividades en este campo, siempre bajo sospecha por parte de las potencias occidentales, incluido Israel.
La firma, ensalzada como "histórica" por los que estamparon su rúbrica en el texto --Irán, Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido, Alemania y la UE-- contemplaba un compromiso para "garantizar que el programa nuclear iraní es exclusivamente pacífico", algo que todos ellos describieron como "un giro fundamental" a la hora de abordar la situación. "La aplicación total del PAIC contribuirá positivamente a la paz y la seguridad regional e internacional", destacaron.
El prefacio resalta además que "Irán reafirma que, bajo ninguna circunstancia, buscará, desarrollará u obtendrá armas nucleares", algo que Teherán ha dicho en numerosas ocasiones que no figura entre sus objetivos en materia de seguridad y defensa, citando incluso la existencia de una `fatua` o edicto religioso del líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, prohibiendo el desarrollo de este tipo de armamento.
PRINCIPALES CLÁUSULAS
El acuerdo implicaba que Irán se comprometía a desmantelar gran parte de su programa nuclear y a abrir sus instalaciones a inspecciones más extensas, encabezadas por el OIEA. Irán, ya que era firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) desde 1970, intentó dar así carpetazo a estas dudas sobre su programa nuclear, que ha ceñido públicamente a labores civiles, entre ellas las relacionadas con energía y medicina.
El impulso definitivo a las negociaciones llegó a raíz de la llegada en 2013 de Rohani a la Presidencia de Irán, dado que el político, considerado un moderado, dio prioridad a un diálogo, incluida la aceptación por parte de Teherán de no producir uranio altamente enriquecido o plutonio y garantizar que Fordo, Natanz y Arak eran usadas únicamente para labores de tipo civil.
El acuerdo limitaba así el número y tipo de centrifugadoras que Irán podía usar, el nivel de enriquecimiento y el volumen de uranio enriquecido que Teherán podía almacenar, todo ello supervisado por un sistema de verificación por parte de inspectores del OIEA, que contaría con acceso a las instalaciones nucleares y emitiría posteriormente informes sobre sus hallazgos.
A cambio, la comunidad internacional se comprometió a retirar las sanciones impuestas en relación con el programa nuclear --si bien otras aplicadas por otros motivos, incluidas algunas por parte de Estados Unidos en vigor desde la toma de rehenes en 1979 tras la Revolución Islámica-- siguieron en pie, y a poner fin a un embargo de armas tras un periodo de cinco años.
DUDAS Y EL MAZAZO DE TRUMP
A pesar de que el acuerdo fue bien recibido al considerarse que ayudaría a estabilizar la situación en Oriente Próximo, algunos críticos apuntaron a las dudas que generaban una serie de cláusulas conocidas como `sunset`, dado que implicaban su expiración pasado un determinado tiempo. Así, algunas de las restricciones tenían fecha de caducidad, incluidos el fin de las limitaciones a las centrifugadoras en 2026 y a la cantidad de uranio poco enriquecido que Irán podría acumular a partir de 2031.
En este sentido, destacaron que el pacto únicamente retrasaba las labores de Teherán a la hora de hacerse con una bomba nuclear y agregaron que Teherán podría destinar más dinero a su programa balístico y a grupos armados a los que apoya en la región, entre ellos Hezbolá en Líbano, los hutíes en Yemen, Hamás y Yihad Islámica en Palestina y otras milicias en Irak y Siria, en lo que se conoce como el `eje de resistencia`.
Estos razonamientos fueron adoptados por el sucesor de Obama, el republicano Donald Trump, para formalizar la retirada unilateral de Estados Unido del acuerdo en 2018 y reimponer sanciones contra Teherán, que pidió al resto de firmantes que convencieran a Washington de volver al pacto y que adoptaran medidas de compensación a causa de esta decisión del magnate neoyorquino.
Sin embargo, la falta de progresos y lo que Irán consideró como una posición complaciente de los países europeos respecto a Estados Unidos llevó a Teherán a empezar a reducir sus compromisos con el acuerdo, dejando verbalmente abierta la puerta a una vuelta a la normalidad si Estados Unidos cumplía su parte, sin que la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca en 2021 cambiara la situación sobre el terreno.
LA OFENSIVA DE ISRAEL Y EEUU
El estancamiento y las crecientes actividades nucleares de Irán llevaron a un aumento de las dudas y denuncias por parte de las potencias occidentales --encabezadas por Israel-- sobre estas labores, poniendo de nuevo sobre la mesa el espectro de las armas nucleares, a pesar de las reiteradas negativas desde Teherán sobre este extremo.
Así, un informe presentado en mayo por el director general del OIEA, Rafael Grossi, llevó a la Junta de Gobernadores de la agencia a aprobar el 12 de junio una resolución --impulsada por Estados Unidos y el E3, integrado por Francia, Reino Unido y Alemania-- que acusaba a Irán de violar sus compromisos en materia nuclear por primera vez en dos décadas.
Apenas un día después, Israel empleó este documento como justificación para una ofensiva a gran escala contra Irán --a la que se sumó Estados Unidos el 22 de junio con bombardeos contra Natanz, Fordo e Isfahán-- que dejó más de mil muertos en el país, que respondió lanzando misiles y drones contra territorio israelí, donde murieron cerca de 40 personas, según el balance oficial.
Los ataques fueron desatados además en medio de un proceso de conversaciones entre Estados Unidos e Irán para un nuevo acuerdo, dado que las partes consideran que el de 2015 ya no tiene sentido. A pesar de que dos días después de los ataques estadounidenses se alcanzó un alto el fuego, las partes no han retomado los contactos y, además, Irán ha aprobado una ley para suspender la cooperación con el OIEA tras acusar a Grossi "oscurecer" la verdad con informes "sesgados".
Por ello, y en medio de las dudas sobre el verdadero impacto de los bombardeos estadounidenses sobre el programa nuclear iraní, las partes parecen a día de hoy más alejadas que nunca de alcanzar un acuerdo significativo que restaure al menos las garantías alcanzadas en 2015 y permita normalizar las relaciones, algo que pasa según Irán, en cualquier caso, porque se respete su derecho a mantener en pie un programa nuclear civil.
Sé el primero en comentar