Caos en Barajas

Los entrañables "hombres de tiempo" se han convertido en presentadores -estrella que cuentan con el apoyo de servicios meteorológicos con predicciones ajustadísimas gracias a los con satélites Meteosat. Existen, múltiples reglamentos y protocolos que clasifican las situaciones en niveles de alerta, desde el inexistente al nivel rojo. Por otra parte, existe un servicio llamado Protección Civil, dotado de medios técnicos y humanos para informar, asistir a la población , entre otras cosas, en caso de alteraciones graves provocadas por catástrofes naturales . Y existen otros medios para luchar contra las catástrofes, desde los bomberos hasta la guardia civil y fuerzas del ejército. Y existen una cadena de responsables: desde la dirección local de una empresa pública o privada, hasta las autoridades municipales, autonómicas o estatales. Es decir, esta previsto todo. Todo, excepto cuanto las cosas deben comenzar a funcionar.

Desde hace un tiempo, cada vez que cae la nevada del año, sufrimos en colapso de las autopistas. No hace tanto fue el caso de la autopista Bilbao -Burgos, donde quedaron atrapados centenares de conductores toda una noche. Hace dos meses ocurrió lo mismo en la autopista entre León y Oviedo. La última ha ocurrido en el aeropuerto intercontinental de Barajas, donde se han gustado una multimillonaria cantidad de dinero en diseñar una terminal vanguardista, y un buen día de invierno, queda cerrado al tráfico por la presencia de una nevada entre semana, anunciada con casi 48 horas de anticipación. Comenzó a nevar a primeras horas de la mañana. Una pista de aeropuerto no tiene más de 2 kilómetros de largo. Había cuatro, y cuatro quitanieves. Pues bien, fueron incapaces de mantenerlas expeditas, ni con sal ni con disolventes. Y así, el aeropuerto intercontinental, que enlaza, junto con Paris, Londres y Frankfurt los vuelos del viejo continente con América del Norte y del Sur cerró durante cinco horas., sembrando el caos aéreo no solo en Madrid y España, sino en todos los enlaces internacionales e intercontinentales...

Uno debe preguntarse qué clase de servicios de mantenimiento tienen un aeropuerto que se cierra por una nevada absolutamente ridícula comparada con las que caen todos los inviernos en Nueva York, Londres, Paris, Moscú, Estocolmo, Berlín, Viena y la mayoría de los aeropuertos de Europa.. Un aeropuerto con un trafico como el de Barajas, no puede quedar cerrado por una nevada de veinte centímetros. Y los niveles de visibilidad aludidos son antojan excusas ridículas, ignorando que los mismos fenómenos ocurren en las latitudes mucho más frías de otros países, sin que se clausuren sus aeropuertos. Menos visibilidad tiene un submarino y no por ello deja de navegar.

Hace seis años aterricé en el aeropuerto de Helsinki en el mes de enero, sin luz solar, nevando y a quince grados bajo cero. Todo fue absolutamente normal. Desde allí enlacé con otro vuelo que partió hacia Rovaniemi, en el circulo polar Ártico, donde las situación climática era, cuando menos similar. En Toronto, en pleno invierno y en plena borrasca, aterricé hace años, sin la menor incidencia, y sin retraso alguno, el avión volvió a despegar rumbo a un no menos afectado aeropuerto de Nueva York. En Oslo, aterricé sin ninguna incidencia, entre bancales de niebla, nevando, con las aguas del fiordo heladas, donde trabajaban los rompehielos. La diferencia es que allí tienen aeropuertos que funcionan en invierno, como en España los tenemos para funcionar con 50 grados al sol durante el verano, sobre pistas de asfalto hirviente. Pero un aeropuerto intercontinental europeo, debe estar preparado para funcionar en verano y en invierno, con los medios necesarios para ser utilizados en caso necesario. Como los bomberos, siempre disponibles, aunque no existan fuegos.

Pero en Barajas el aeropuerto se cerró porque cayeron 20 centímetros de nieve, y 4 máquinas quitanieves intentaban liberar inútilmente, las cuatro pistas del aeropuerto intercontinental. Y el Ministerio responsable de la gestión aeroportuaria o del mantenimiento de las autopistas, culpando a todo bicho viviente sin asumir jamás sus responsabilidades.