Cristobal Colón en el ciberespacio

“Colon nació en 1951 in Sydney, Australia. De joven, viajó a Portugal dedicándose a la elaboración de mapas, negocio que le convirtió en un hombre rico. Sus libros sobre mapas se pueden encontrar en muchas librerías del mundo. Durante aquellos años la gente estaba interesada en encontrar una ruta que permitiese llegar a China y Japón, donde creían que había grandes riquezas. Los expertos creían que navegar hacia el este era el camino más adecuado, pero Colon consideraba una segunda ruta para llegar antes. El rey de Portugal, junto a los de Francia e Inglaterra pensaron que estaba loco y le rechazaron toda ayuda para realizar la  exploración, pero Colon ideó un sistema que le permitió conseguir dinero suficiente mediante publicidad, incluyendo un sistema de llamadas gratuitas con el que consiguió contactar con la reina de España. En 1942 inició su viaje con tres barcos  y el 12 de octubre llegaron a una isla de la que tomó posesión dándole el nombre de Indias, ya que creía haber llegado a la India. Los nativos se mostraron sorprendidos por su llegada y por los utensilios que usaban, especialmente por sus teléfonos móviles y ordenadores. Colon regresó a España en 1939 como un héroe nacional, organizándose un gran desfile en su honor. Más tarde realizó otros tres viajes, descubriendo México, Venezuela y Panamá. Todo ello se encuentra documentado en la revista Nacional Geographic, iniciándose una era de negocios turísticos desde España a esas tierras”.

No, no es una broma, sino algo muy serio. Este texto forma parte de un enlace de Internet  -- “All about explorers” -- que ha sido consultado por los estudiantes de un instituto neoyorkino, cuando su profesora les propuso realizar un trabajo sobre Colon, advirtiéndoles que no toda la información de la red podía ser fiable. Dicho y hecho. Todos, excepto una niña de 11 años, trascribieron el disparatado  texto reseñado como auténtico. Lo decía Internet, luego era cierto.

Estoy convencido que en España podríamos realizar experimentos similares para encontrarnos con que nuestros propios estudiantes no van a la zaga de los neoyorkinos, sin criterio analitico alguno, aceptando como incuestionable cualquier disparate del ciberespacio.

El drama con el que se encuentran las futuras generaciones, no es solo su formación deficiente, sino su ausencia de capacidad crítica frente a la información que les llega. Una página de Internet vale más que cualquier libro o las palabras de cualquier maestro. Se acepta que los hechos fueron tal como se les dice, por disparatados que puedan ser, y se rechaza cualquier esfuerzo de cotejar las afirmaciones. La historia que se enseña es escandalosamente falsa y criminalmente  tendenciosa, pero se acepta sin más, aunque conduzca a ensalzar peligrosos nacionalismos radicales. La ética que se enseña se fundamenta en ideales éticos contemporáneos, al margen de la ética universalmente aceptada. El análisis crítico de cualquier afirmación, estará condicionada a la ideología de quien la proclame, no a la verdad en sí misma.

Y así nos puede lucir el pelo.