El partido de los animales

“Llegará un día en que los hombres como yo,
verán el asesinato de un animal
como ahora ven el de un hombre"
-Leonardo da Vinci -

No se trata de ninguna broma, sino que el partido para los animales, que antes sólo era testimonial en Holanda, ha conseguido representación parlamentaria. Esa decisión de los holandeses, gente culta, se la puede dar una doble lectura. De una parte, es demostrativa de la sensibilidad hacia los animales y, de otra, que la política tradicional interesa poco. Su logotipo es la vaca frisona. No doy ideas pero aquí tenemos la tudanca.

En España, de momento, nos hemos decantado por la segunda, que la política cada vez interesa menos. Ya existen ejemplos que lo acreditan. El más rotundo el referéndum que se celebró en Cataluña, en el que se aprobó el Estatut por el 35% de los votantes y gracias a la machaconería de los medios de comunicación. A la misma conclusión han llegado los sesudos hacedores de encuestas, que la política interesa poco. Y ese pensamiento ciudadano es respuesta y síntoma de nuestra mayoría de edad democrática. Creo que todos, con menos gasto y medios, hubiésemos llegado a la misma conclusión.

La política no interesa, y a los más jóvenes menos. Y es que un arte tan necesario de nuestra convivencia, (la política) se ha “proletarizado intelectualmente” porque los más mediocres, que no molestan, “hasta que se salen del tiesto, urbanisticamente hablando”, son los que acceden a ella y han conseguido el triple salto mortal del todo vale, sálvese el que pueda y renuncia a todo principio. Tienen un denominador común, mantener el sillón.

“Los mediocres al poder”. Ese puede ser el grito de guerra del siglo XXI. Miren a Llamazares, un fijo del sillón, la ahora Entesa antes Tripartito de Cataluña, hacen bueno al humorista Joe Rígoli con el conocido slogan de “yo sigo”. Y que me dicen de la tabarra que los dirigentes del PP han dado con el desgraciado 11.M. Y ahora, ¡horror! llega la guerra de los vídeos en los que “los dirigentes de los partidos serios” se arrojan las miserias. Se preguntarán "¿Y nosotros qué?". Nosotros sólo importamos cada cuatro años para quitarnos lo poco que tenemos, el voto. Ahora viene lo de las obras e inauguraciones de cada cuatro años (¡ojalá fuesen cada dos, por lo de las obras!) y los desembarcos de los políticos de Madrid del PP y del PSOE a arropar a sus delegados en las Galias, perdón en Cantabria. Y siempre nos engañan. Nos vienen a animar para que votemos... ¡por la democracia!