Santander capital europea de la Cultura, un proyecto que genera ilusión

Santander, Cantabria y en especial su ciudadanía, tienen en el horizonte un reto de futuro, el conseguir para nuestra capital la denominación como Capital Europea de la Cultura en 2016. Como cualquier desafío de envergadura, el camino que se nos abre no está exento de dificultades, pero al mismo tiempo sirve de aglutinador de voluntades y afanes.

Como se afirma en la definición dada por la UNESCO que encabeza este escrito, cultura es lo que da a la persona “la capacidad de reflexionar sobre si misma”. Por ello, la puesta en marcha de esta candidatura es una oportunidad única para repensar nuestra ciudad, reflexionar y debatir sobre nuevos proyectos que nos preparen mejor para un mundo complejo que se adentra en el siglo XXI.

Cuando parece que los modelos económicos y sociales ya conocidos empiezan a tambalearse, la cultura como motor de desarrollo se erige como uno de los factores claves de avance. Muchos son las teorías que refuerzan la idea de que lo que define la globalidad actual es la rapidez y densidad con la que se transmite la información, el pensamiento, rompiendo barreras que parecían infranqueables hasta hace pocos años.

Frente al riesgo de uniformidad que puede producir la implantación masiva de las nuevas tecnologías de la comunicación, la cultura sirve como elemento diferenciador de los países, conforma su identidad y reafirma la posición de un pueblo en el mundo. Desaprovechar instrumentos tan valiosos como la posibilidad de que Santander sea la capital europea de la cultura en la próxima década sería una irresponsabilidad.

Esta iniciativa aglutinadora, como así se vio en la puesta de largo de la candidatura en el multitudinario acto del Palacio de la Magdalena, es también un acto de justicia y reconocimiento. Santander y Cantabria son depositarias de un legado milenario, de una rica historia que nos ha proporcionado un patrimonio único y que nos sirve de marca exterior.

Ha sido cuna de grandes personalidades que han destacado en distintos ámbitos del saber y la creación. En lo albores de un nuevo siglo que nos abre nuevos tiempos, nosotros, sus testaferros, debemos reivindicar su memoria, trabajo, mantener y difundir su magisterio, y en especial, conservarlo y mejorarlo para aquellos que nos sucederán. ¿Qué mejor homenaje a nuestros predecesores que Santander y Cantabria se conviertan en referentes europeos y fijen su posición en el continente?.

Ya llegará el tiempo de desgranar proyectos, programaciones y de expresar las ideas que nacen con la fortaleza que engendra la unión de voluntades.

Me gustaría  finalizar hablando de sentimientos, de ilusión y ánimo, valores que en muchos casos pueden mover a toda una sociedad si se consigue implicarla para que hagan suyo un proyecto de esta envergadura. Permítanme recordarles ejemplos cercanos en el tiempo aunque lejanos en el espacio. Hace unos meses un poco conocido senador del estado de Illinois, afroamericano, sorprendió a propios y extraños con un discurso cargado de esperanza, renovado y que apelaba a valores como la solidaridad, el compromiso y el trabajo común. Barak Obama pronuncio una frase: Yes, we can, que se convirtió en el estandarte que movilizó a millones de personas quienes le apoyaron hasta convertirle en un líder y quizás, en el próximo presidente de los Estados Unidos.

Entramos pues en un periodo de ilusiones renovadas, de buscar nuevos lenguajes y dibujar nuevos proyectos persiguiendo el objetivo de convertir en realidad la candidatura de Santander como capital europea de la cultura en 2016.