Noticias de Cantabria
23-08-2009 09:00

Santanderinos, sin etiquetas

Hace unos días sentí de nuevo la sensación, mezcla de bochorno e indignación, que producen las declaraciones de políticos que tratan de descalificar a quienes participan en el debate -entiendo que necesario y saludable aún cuando no me sume a él en esta tribuna- sobre el futuro de la energía eólica en Cantabria.

A la preocupación -creo que loable- por conocer las facetas negativas de este plan, se contestaba con un argumento de descalificación tan zafio como que el origen familiar de los implicados está en el Paseo Pereda.

Pocos días después, por casualidad lo relacioné con la lectura de un libro del escritor galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras Claudio Magris, 'El infinito viajar', recopilación de crónicas viajeras publicadas anteriormente en el Corriere della Sera, en el que una de ellas llevaba por título 'Spoon River en Cantabria'.

Sentí la lógica curiosidad de conocer qué relación pudiera establecer el autor triestino entre la obra poética que Edgar Lee Master ambienta en el medio oeste americano y nuestra tierra. Esta curiosidad se vio compensada al leer los comentarios que Magris hace del libro 'Tipos populares santanderinos', escrito por Rafael Gutiérrez Colomer e ilustrado por Indalecio Sobrino, del que adquirió un ejemplar, según dice en su crónica, en una librería santanderina próxima a Puerto Chico.

Magris se declara admirado por los personajes que componen la galería y por la forma en que Colomer los retrata «con el cuidado y precisión que los historiadores les dedican a los grandes de la tierra y la poesía, a las cabezas ornadas por la corona y el laurel». En lugar de aureola, dice que los personajes que dibuja Indalecio llevan birretes deshilachados o una cesta de pescado. Son Adolfito, el loco del violín sufridor de mal de amores; Arcilla, campeón de boxeo mental; Castrillón, burlón doctor víctima de la guerra civil; Fresno, impulsor de una precursora agencia de empleo para amas de leche sirvientas; y las reinas del cartel: la Cruza, la Chata y la Teta.

Santanderinos y Santanderinas de Toda la Vida. Ni más, ni menos que los navieros que desde sus despachos del Paseo Pereda han engrandecido al puerto y a la ciudad, o la saga de banqueros que, desde al lado, han diseminado el nombre de ésta por la geografía mundial.

La fibra íntima de Santander no se entiende sin los unos y los otros y resulta emocionante que Claudio Magris -supongo que sin ser plenamente consciente de ello- haya captado esos rasgos vitales de forma tan certera. Atribuye a estos personajes que considera indestructibles la condición de representantes de la vitalidad marinera de la ciudad, vigorosa en su tráfico comercial y cuna de la marina española, capital de una brava autonomía.

El recurso populista y demagógico de la descalificación por el origen social, la vestimenta o la calle en que se vive -recurso que ha sido y sigue utilizándose con cierta frecuencia- es muestra de mezquindad, ramplonería e incompetencia, así como indicador del escaso bagaje político positivo que algunos pueden aportar a la transformación de la ciudad de Santander.

Repetidamente he insistido en que la aspiración a ser ciudad Capital Europea de la Cultura en el 2016 no constituye un fin en sí mismo ni se ha planteado como objetivo que consolide una gestión política municipal. Sí es, en cambio, la síntesis de un proyecto que aspira a romper cualquier atisbo acomodaticio de la vida ciudadana y sacar de esa vitalidad a pie de calle nuevos proyectos, nuevas motivaciones y nuevas ilusiones que transformen el aspecto y el espíritu de Santander. El ambicioso pero factible deseo de que en el horizonte de 2016 la ciudad esté a la cabeza de la creatividad, de la sostenibilidad y de la vanguardia de la cultura; la aspiración de que el talento marque la diferencia significativa y sea principio orientativo de las políticas municipales y revolucione nuestra imagen; el empeño en que este proceso contribuya a formar una ciudadanía científica y haga de la Sociedad del Conocimiento una línea estratégica de desarrollo llevan implícita la necesidad de la activa participación y aportación, también desde la crítica constructiva, de toda la sociedad civil. Todos somos necesarios, todos somos capitales.

Mientras que para nada son necesarios esos torpes guiños populistas que pretenden identificar a ciertos sectores urbanos con posturas retrógradas. El anacronismo está en buscar estériles enfrentamientos entre unos sectores de la sociedad y otros, entre unos barrios y otras partes del tejido urbano.

Los tiempos no están para futilidades. Por el momento de crisis en que nos encontramos, por el proceso de cambio al que aspiramos y por esa razón, todos los santanderinos tenemos que sentirnos unidos: los del Paseo Pereda y los del Cabildo, los de Cueto y los de Castelar, los de San Fernando y los de la calle Alta... También los que en vacaciones vienen 'toda la vida' y que desde ámbitos muy o poco formales, foros universitarios y culturales o tertulias de sobremesa, nos enriquecen con sus aportaciones y visión de la ciudad. O los que de forma no tan habitual disfrutan de esta ciudad porque también para ellos queremos hacerla más atractiva, más acogedora.

Y es obligación de quienes ostentamos responsabilidades políticas fomentar esta unión y no quebrarla con referencias propias de políticas del pasado.

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Comentarios(2):

Pito Salces - 26-08-2009

Pero si el problema estaba con los autogeneradores, donde había un arquitecto, parece ser de zona previlegiada de Santander que estaba exportando un informe falso sobre la colocación de molinillos y eso es lo que se criticaba, no otra cosa. Entonces si el informe es falso, Sr. alcalde, debe tirarle de las orejas, porque al que miente se le etiqueta de "mentiroso" y al que trata de manipular "manipulador". Nada más.

Santanderina sin etiquetas - 25-08-2009

Excelente y enriquecedor artículo para que nos demos cuenta de que ahora más que nunca es necesaria una unión de gentes de toda condición social para hacer de Santander una ciudad única. Hacen falta muchos más mensajes positivos como el suyo, Sr. de la Serna. Mi enhorabuena.