A vueltas con el redeño Francisco Glez-Riancho Colongues

El otro día, paseando por la Primera playa y lindando con la playa del Camello, pude observar a una cantidad ingente de niños y padres en las rocas y pozos, con ese ingenio maléfico, el redeño.

Estaban buscando por todos los pozos que se forman al bajar la marea y en todas las rocas, cualquier atisbo de vida, caracolillos, esquilas, cangrejos, mulatas, pececillos, en fin, cualquier cosa que se mueva o que tenga vida.

La idea es acabar con esas vidas y exterminarlas para que nunca más los veamos por nuestras costas.

Todos hemos sido niños y hemos hecho lo mismo, con la diferencia que antes no había la información que hay ahora y nunca pensamos que íbamos a exterminar a toda esa fauna, pero hoy en día existe esa información y en muchas playas se prohíbe la

extracción de cualquier tipo de molusco o animalillo, pero no hacemos caso y depredamos.

Creo que los guardias municipales de vez en cuando deberían asomarse a las playas y no digo que se multe a nadie, únicamente que informen a la gente que eso no se puede hacer.

Está claro que los pequeños no son conscientes del destrozo que ocasionan, pero para eso están los padres que estando con ellos deberían enseñarlos a respetar la vida de esos pequeños animalillos para su disfrute visual. Está bien que vayan, los vean, pero que no los cojan, ni ellos, ni los propios padres, que al final son tan depredadores o más que los propios niños.

No me cansaré de repetirlo todos los inicios de verano y si gracias a esto consigo que poco a poco se tome conciencia de esto, bien empleados estas mis artículos al respecto.

Por favor padres, dejad los redeños en casa.