Noticias de Cantabria
Opinión 11-06-2025 08:01

Finlandia encabeza el ranking mundial de la felicidad. ©Mariano Cabrero Bárcena es escritor

Sabemos que por séptimo año consecutivo "Finlandia" encabeza el ranking mundial de la felicidad. Es el país más feliz del mundo, dicho sea de paso. Y a pesar no está exento de sus propios problemas, en gran medida derivados de sus condiciones meteorológicas adversas y de su propia herencia, han puesto de manifiesto que una sociedad que confía conscientemente en sí misma, no como simple ejercicio de fe, logra ser una sociedad más feliz.

 

Sabemos que por séptimo año consecutivo "Finlandia" encabeza el ranking mundial de la felicidad. Es el país más feliz del mundo, dicho sea de paso. Y a pesar no está exento de sus propios problemas, en gran medida derivados de sus condiciones meteorológicas adversas y de su propia herencia, han puesto de manifiesto que una sociedad que confía conscientemente en sí misma, no como simple ejercicio de fe, logra ser una sociedad más feliz.

Lo mismo te baila un poco que desde la filosofía se hable de la felicidad, pero desde el albor de la razón se hable de la ética como el arte del buen vivir, o del vivir bien, y siempre la felicidad ha ocupado un papel protagónico en esta disciplina práctica de la filosofía.

Cuando estudiamos qué es una sociedad sana, vemos que son aquellas donde los ciudadanos confían entre ellos, porque todos asumen su responsabilidad para con ellos mismos como sociedad. Pero también confían en las instituciones que han ido creando a lo largo del tiempo, para darle protección y proyección de posibilidad, como son los cuerpos de seguridad del Estado, las instituciones sanitarias y de educación, los órganos jurídicos y de defensa, etc.

Pero cuando se estudian los índices de felicidad de una población concreta, se hace concretamente observando estos indicativos de máxima confianza. Una sociedad que confíe en sus conciudadanos e instituciones gozando de una mejor y más sana democracia, con menos corrupción a cualquier nivel, será un pueblo?más inteligente y permisivo, y, por supuesto, más feliz.

En la otra parte de la Estadística están-sin lugar a dudas-aquellos países que desconfían profundamente de sus conciudadanos, de los vecinos, de los demás, de los otros "a los que no damos el rango y la categoría de "nosotros".

Y si, otra vez apareció la palabra "moral por ahí"no desesperes que pronto vamos a meterle mano dura y verás que algo que puede llegar a sonar tediosos o, aburrido y abstracto, bien explicado, ayuda a perderle el miedo a eso de pensar y conocer el alma de las personas?

Cierto es que estamos hablando de felicidad con mayúsculas, no de las que se alardean en las redes sociales de promover como si fueran un logra netamente individual. ¡Tremendo error!

Tenemos poca relación con nuestros amigos, con nuestros hermanos, con nuestras familias, pero con ?nuestro amigo el teléfono digital? nos pasamos mañana, tarde y noche metiendo nuestras narices en sus pantallas.

Pero- viviendo el día a día- hemos de conservar nuestra esperanza, que es la última que se pierde. Mi novia se llamaba ?Esperanza?, y quiero comentar que ella se marchó con otro?para

caminar el resto de sus vidas con mis recuerdos muertos de mi propia soledad.

Y es que el mundo actual corre por derroteros equivocados, que siembran de dolor, de traición, y de injusticia la vida de sus pobladores, sin solución de continuidad.

Y uno se pregunta: ¿Cómo andamos de esperanza en el mundo que habitamos?. El panorama que comprobamos no puede ser más desolador. Debemos entender-sin embargo- que la democracia de los pueblos lleva camino de convertirse en una medicina que no sirve para curar las heridas de los habitantes de este mundo de Dios.

 

La Coruña, 29 de mayo de 2025

©Mariano Cabrero Bárcena es escritor

Sé el primero en comentar