Habla, pueblo, habla

Podría ser una frase hecha, sólo que, por desgracia, es una evidencia que tiene desarrollo todos los días con las declaraciones de los políticos y como éstos están por encima del bien y del mal. Incluso se pueden florear con los insultos más soeces e impresentables, solo ellos, ya que parten de la creencia de que  viven en un mundo que les pertenece.

El resto de los mortales, esos a los que llamamos ciudadanos, solo pueden oír, ver, y callar. Este régimen político que surgió cuando acabó por agotamiento la dictadura con la muerte del dictador es un régimen tremendamente injusto porque para empezar nunca existió debate de ideas en cuanto a consultar a los españoles el tipo de régimen que querían Monarquía o república. Solo se nos dijo que nos devolvían la democracia (quiénes) y que estuviésemos contentos y agradecidos.

Nuestra democracia tutelada,  además de ser imperfecta y no consolidada, por ser faltosa de un sistema de libertades de verdad, que sÓlo estas existen si tuviésemos un sistema judicial independiente y  una separación de poderes  en la práctica, los políticos están inmersos en todas las facetas de los ciudadanos, buceando y corrompiendo la autonomía creativa de la ciudadanía.

Esta democracia necesita una revolución progresista de la mente y nunca el que  mentes estrechas intenten la imposición de lo llamado bueno contra lo denominado malo como lo están intentando desde ciertos reductos  minoritarios de mando socialistas obcecados en la imposición  de un  sistema de “pensamientos-coincidentes”  y de coartar la libertad de los ciudadanos aunque estemos confundidos. Son los nuevos salvadores y mentes pensantes.

Estos políticos “apostólicos” pretenden pastorear a los ciudadanos con su mediocridad intelectual. Ese es su trabajo y su propia supervivencia.