Ibarreche y ZP: dos cínicos frente a frente

Cuando el Presidente español dice que no va a aplicar la Constitución, ni mucho menos hipotéticamente el Art. 155, realiza un esfuerzo de cinismo que le honra. Es un perfecto gobernante cínico que sabe y conoce sus limitaciones y carece de la fuerza moral de imponer ni de seguir. Se precisa de altura de Estado y de filosofía de la historia y no solo como está demostrando de conocimientos domésticos y parciales. Para gobernar un Estado Europeo hay que estar preparado no tanto para gobernar el propio sino para gobernar el del vecino.

ZP por desgracia se nos presenta como un neófito elementalista que desconoce la política europea. Lo está demostrando. Le tendrían que dar un curso acelerado y ni así obtendría el aprobado de conocimiento, ni un suficiente tan siquiera. Deberían repasar como se hizo la política de los matrimonios y las alianzas de los primerizos Estados europeos. Pero lo anterior significaría estudiar, y eso es pedir peras al Olmo.

En España, desde que se pacto la transición democrática, el documento pactado, el supuesto acuerdo de voluntades, está siendo incumplido taxativamente, luego no viene a cuento ahora invocar una norma de un texto legal que no es aceptado por casi nadie excepto por aquellas Comunidades que no las afecta y el cínico lo sabe. La clase dirigente vasca incluida, ETA, desde el principio buscan la independencia de España y desean un Estado propio.Esa pretensión más que afectar a España-Estado afecta a la Comunidad Internacional y más a la Europea.

La creación de un Estado nuevo, es una decisión de gran envergadura, de inmenso calado geoestratégico, que puede producir un efecto dominó en otras pequeñas regionalidades o nacionalidades que pretenden lo mismo. Europa, la gran desunida, recibiría un empujón hacia atrás cuando está en pleno proceso tembloroso de unión añadiendo más dificultades a las ya existentes hasta la fecha. El orden territorial europeo para la integración está medianamente ordenado y la aparición de un estado Vasco, otro catalán y así sucesivamente trastocaría la Unión Europea de los Estados.

El independentismo no siempre es el mismo en los diferentes territorios. En el ámbito europeo existen demasiadas regiones o nacionalismos que pueden aflorar. En efecto sin ir demasiado lejos tenemos el conflicto larvado de flamencos y valones, de tipo cultural lingüístico etc en el mismo centro de Europa que pretenden o aspiran a ser independientes. La realidad vasca o catalana es o debe ser tratada con un mismo común denominador que es la falta de sensibilidad de ciertos gobernantes impregnados de un halo centralista que ha sobrepasado unos ámbitos que nunca se pensaron que se iban a traspasar.

Pero una vez que ha sido traspasada esa frontera no haberla atacado desde una autoridad definida y aceptada mediante acuerdos pactados de obligado cumplimiento.El resultado es un desorden o conflicto de convivencia que dada la cercanía de los vecinos y el “patio común” nuestra multiconvivencia, catalana vasca, extremeña, gallega etc. produce a propios y extraños una sensación difícil de entender por casi nadie. Ha llegado el momento, no ya de las definiciones, sino de parar y volver a redefinir incluso con medidas que produzcan retroceso en aquellas desviaciones que son las que mas daño están produciendo, la lengua, ordenación territorial, terrorismo, y el fundamental la quiebra del principio de autoridad.