Noticias de Cantabria
01-03-2012 11:10

La tasa Tobin es como el cuento de la lechera

Han pasado más de 40 años desde que el premio Nobel de la economía (1981), James Tobin, expusiera en el año 1971 el famoso impuesto sobre las transacciones cambiarias.

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La idea inicial perseguía el fin de poner freno a la especulación de los mercados y, con la recaudación, establecer un fondo para causas internacionales. La tasa impositiva ha variado en todo este tiempo desde el 1%, 0,5%, 0,1%, 0,01%, y así sucesivamente.

Una vez al año se suele acuñar a la tasa Tobin para intentar de nuevo implantarla como medida justa, pero siempre termina de la misma manera: con el veto. En este impuesto ganan los detractores con infinidad de argumentos coherentes, por ejemplo; si se decide instaurar este impuesto en algunos países los mercados se trasladarían a otras jurisdicciones donde pudieran evadir el pago de la tasa. Otros se preguntan qué órgano gestionaría la tasa Tobin, el creador de la idea habló en su momento del Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM) como órganos competentes en la gestión. Sin embargo, la mayoría de los economistas ven esta tasa “Robin Hood” idílica e imposible de implantar, ya que sólo sería lógica si ésta se aplicará en todos los países.

Tobin respondía en una entrevista que no entendía por qué los movimientos antiglobalización habían empeñado su tasa como estandarte de sus marchas. Se desvinculaba por completo de la Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) que, a su juicio, “las protestas son bastante contradictorias y dispares (…) Sus posiciones son bien intencionadas y mal pensadas. No quiero ver mi nombre asociado con eso”.

Algunos de los movimientos que apoyan esta tasa se refieren a ella como un contrapeso a la sociedad capitalista, una especie de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) del propio sistema. Así, poder emplear ese dinero en causas internacionales; como por ejemplo, para ayudar a países en vías de desarrollo, o para condonar la deuda externa de las naciones más ahogadas económicamente. Esto va contra el propio sistema capitalista, puesto que sería dar oportunidades a los más “necesitados” con el riesgo de que en futuro se convirtieran en duros competidores, cambiando el mapamundi económico de los llamados países de primera línea.

Resulta curioso que en el ojo del huracán de la crisis, Merkel y Sarkozy volvieran a poner sobre la mesa de los recortes y los ajustes la tasa Tobin. El líder francés se mostraba tan interesado que incluso habló de implantarla en solitario (las elecciones aprietan). No se mostró tan entusiasta la canciller alemana, que prefiere esperar a más adelante para ver si se aproximan en contenido y forma. De todas formas, el Reino Unido declaró tajantemente que vetará este impuesto que se quiere aplicar en la Unión Europea. Esto es como el cuento de la lechera, pero en este caso no se lo creen ni ellos mismos.
 

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