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Mundo 27-05-2018 12:30

Cuando la guerra te deja sin tu único medio de subsistencia en Marawi: la basura

Hace justo un año comenzó en la isla de Mindanao, en el sur de Filipinas, una fallida operación policial contra milicianos leales a Estado Islámico que terminó convirtiéndose en una cruenta batalla prolongada como asedio durante cinco meses en la ciudad de Marawi.

   El asedio terminó en octubre de 2017 pero la vida de los cientos de miles de filipinos que se vieron obligados a abandonar sus hogares por los combates entre los milicianos del grupo Maute --vinculado a Estado Islámico-- y las Fuerzas Armadas filipinas todavía está lejos de recuperar la normalidad.

   Según Acción contra el Hambre (ACH), de Marawi huyeron por la violencia más de 350.000 personas y, un año después, todavía hay unas 237.000 personas alojadas en casas de familiares y en refugios temporales.

   "Vivir en un vertedero nunca fue fácil pero depender de él para vivir nunca había sido tan difícil como hasta ahora", relata Arma Dulon, una mujer de 45 años, madre de seis hijos, que llegó con su familia al vertedero de Marawi en 2001 huyendo del riesgo de que su marido acabara asesinado por una disputa entre clanes.

   El vertedero era el lugar donde ella y su familia recogían materiales reciclables para ganarse la vida pero al mes del inicio de la batalla de Marawi tuvieron que abandonarlo porque los milicianos leales a Estado Islámico se instalaron allí.

   "Cuando comenzó el asedio, resistimos un mes hasta que llegaron varios miembros de Estado Islámico y se escondieron aquí. Se oían los disparos a todas horas. No queríamos que nos mataran así que salimos de nuestra casa y caminamos hacia un lugar seguro", explica a Acción contra el Hambre Arma Dulon, mientras mece a su hija pequeña.

   Tras varios meses en un centro de evacuación en otra localidad, Arma y su familia decidieron volver al vertedero cuando terminó el asedio y descubrieron que apenas tienen opciones para ganarse la vida. Ya no se genera basura y sin la basura ellos no pueden recuperar los materiales reciclables para ganarse unos pesos.

  "HAY DÍAS QUE NO GANAMOS NI UN PESO"

   "Ahora no nos queda comida, ni siquiera arroz. Hay días que no ganamos ni un peso porque Marawi ya no genera basura y, por lo tanto, el negocio del reciclado está prácticamente acabado", sentencia esta mujer filipina, antes de contar que su hija más pequeña, Alimira, estuvo "a punto de morir" cuando cayó enferma en el vertedero.

   "Las personas mayores decían que era por la contaminación causada por las bombas pero yo creo que también es por la basura y el agua que bebemos, que está contaminada. Si a esto le sumas la ausencia de comida, creo que el resultado es obvio", afirma.

   Alimira sobrevivió gracias al apoyo de Acción contra el Hambre, que se encargó de su hospitalización. "No teníamos dinero para hospitalizarla, así que pensé que mi niña moriría, como he visto a otros niños fallecer aquí pero Acción contra el Hambre la llevó al hospital y la salvó. Ahora recibimos unos sobres terapéuticos para ella, además de comida y artículos de higiene", explica.

   La historia de la familia de Arma Dulon es un ejemplo de las dificultades que afrontan los filipinos que huyeron de Marawi durante el asedio y ahora han decidido volver a sus hogares para tratar de rehacer sus vidas y recuperar la normalidad.

   Acción contra el Hambre lleva meses trabajando en Marawi para apoyar a las familias desplazadas de sus hogares y a las que han decidido volver a la ciudad tras el final del asedio contra los milicianos del grupo Maute.

   En la ciudad cerca del 95 por ciento de la infraestructura de suministro de agua sigue destruida, la mayoría de las escuelas y colegios siguen cerrados y la población requiere atención psicosocial además de ayuda alimentaria para paliar los casos de desnutrición, según cuentan los responsables de la ONG que han estado participando en los proyectos desarrollados allí.

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