Sánchez personifica la corrupción, él es en sí mismo el origen de la depravación que sufre el PSOE. Carlos Magdalena

La corrupción no acabará hasta que Pedro Sánchez Pérez Castejón deje el poder. Las instituciones están copadas por los socialistas pesebreros y pesebreras que han sido colocados para que le sirvan y cuyos  méritos son la obediencia probada. Carecen de vergüenza y pudor, y no soy duro en calificaciones más bien me quedo corto. Me pueden decir que sí, que existe gente honrada pero es que se contaminan en cuanto son nombrados y engloban la quinta columna clientelista del sanchismo.

Esta acción política se parece cada día más al régimen de Maduro, sólo existe una diferencia, en España todavía tenemos libertad de expresión gracias a que estamos en la UE porque de no ser así ¡vaya usted a saber que hubiera ocurrido! y en que situación estaríamos ahora. De momento la UE es un muro, pero ese muro lo pueden saltar la banda de los corruptos por negligencia y miedo de los propios militantes honrados socialistas porque estos últimos deberían decir algo y posicionarse. A veces se respira un cierto miedo a hablar de según qué cosas y en qué ambientes aunque en mi caso y con mis canas no tengo que bailar ya con nadie.

Lo único cierto es que la corrupción empieza en la Moncloa y se ramifica por todas partes, con la mujer del presidente imputada por varios delitos y un hermano enjuiciado, continuando por el que fue su mano derecha etcétera. La corrupción sanchista me recuerda la hidra mitológica que se la cortaba una cabeza y se reproducía con dos más hasta llegar a tener múltiples cabezas.
Y como final  y para no aburrir contando lo que ya todos sabemos en cualquier país de democracia occidental ya habrían dimitido todos y se hubiesen celebrado elecciones. Aquí no va a ocurrir eso, va a salir toda la mierda, se van a enfangar y enfangar con su famoso ventilador de esparcir la porqueria. Todos van a intentar sobrevivir a cuenta de lo que sea y de quién sea, de los ciudadanos españoles.
Mi pesimismo es total.