El paro no da tregua
Las listas del paro siguen sumando gente. En marzo casi 36.000 nuevos desempleados que vienen a sumarse a la legión ya existente. En total, sin maquillajes ya tenemos en España más de 4,6 millones de personas que han perdido su empleo.

Y aún dicen todos los informes que la sangría no ha concluido y que los 5 millones están a la vuelta de la esquina. Desde el Gobierno se sigue en ese mensaje cínico de que el dato de marzo es mejor que otros. La verdad es que marzo solía ser un mes tradicionalmente bueno por la llegada de la Semana Santa. Este año ni eso. Ha sido un auténtico desastre. Bueno, 36.000 parados más.
Y qué hace nuestro presidente del Gobierno. Pues nada menos que presentar otra vez el coche eléctrico. Ya no llevo ni la cuenta de las ocasiones en las que lo han hecho, bien Zapatero, bien Sebastián. Es escandaloso que el gobierno siga de brazos cruzados viendo cómo el país se desangra y los ciudadanos no estemos en la revolución. Y no lo estamos únicamente gracias al colchón de las familias. Y hoy, pues más planes. Esta vez de infraestructuras. Muchos millones que no sabemos de dónde van a salir si no es de los impuestos o de más deuda que al final habrá que pagar a tipos estratosféricos.
Nos está machacando el paro, pero también la subida de los carburantes, del gas, del butano y ahora estudian imponer una tasa a los depósitos bancarios. No va a haber quién resista, mientras el despilfarro y la corrupción están a la orden del día. El lunes conocimos la tasa de ahorro, histórica. No extraña. El miedo se nos ha instalado en el cuerpo y aunque económicamente sea una intachable opción, quitarse deuda, lo que refleja es que el futuro lo vemos de color de hormiga y no nos fiamos de cómo evolucionen las cosas ni en el futuro más inmediato, ni el medio plazo. Parece que el viernes el Gobierno aprueba un decreto, lo que iba a ser el Pacto de Zurbano, pero como ya se dijo en su momento no son medidas que sobren, pero de ninguna manera lograrán generar confianza, ni actividad, ni empleo. Estamos sencillamente perdiendo el tiempo, un tiempo precioso que nos va a costar recuperar más que sangre, sudor y lágrimas.
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