Recetas para la crisis

Uno de los más ocurrentes y que maneja la salsa popular a las mil maravillas, es nuestro presidente Revilla. Desde bajarse el sueldo (si otros lo hacen) hasta aplicar un impuesto a los que son más afortunados, todos los ingredientes le parecen buenos al de Polaciones para mezclar en la marmita y hallar la poción mágica de Asterix. Cierto es que su bigote guarda un parecido con el héroe galo del comic, pero el brebaje resultante de sus recetas tiene menos fuerza que una botella de gaseosa abierta durante dos días.

Humilde pinche en esto de la cocina económica (de la Economía, no de la de las santas monjitas santanderinas) le sugiero al Sr. Revilla un nuevo ingrediente que daría alas, aunque menos que las de Redbull, a la economía cántabra. El plato lo he denominado “ERE del motorista”. Me explico. Si las empresas privadas están recurriendo a los expediente de regulación de empleo para salir adelante, es evidente que las empresas públicas creadas en Cantabria padecerán igualmente el acoso de la crisis. Que en época de vacas flacas, sobran asesores de los políticos, subdirectores generales y demás cargos de libre designación creados para colocar a amigos, simpatizantes y afiliados. Así que, mézclese un decreto “agradeciendo los servicios prestados”, con un motorista mensajero y pásese por las distintas consejerías y empresas públicas, a pie o en albarcas, cesando a tanto ingrediente superfluo del guiso cántabro. Con el dinero ahorrado, podría crearse un Fondo de Solidaridad Cántabro. Así de sencillo, hagan cuentas y verán cuántas familias podrían beneficiarse de esta receta, de coste cero y sin que se resintiera la administración regional ni las empresas públicas por el recorte de aplaudidores.

Y a nivel de la gran cocina nacional, la solución es bien sencilla. De primer plato, que se promulgue una ley fiscal que permita a empresarios y autónomos abonar el IVA de las facturas expedidas cuando realmente lo cobren del cliente, en vez de tener que hacer de Robin Hood y adelantarlo a Hacienda de sus bolsillos cada tres meses. Si el cliente luego no paga, Hacienda no devuelve el IVA adelantado y el empresario o autónomo se encuentra con un perjuicio económico irreparable. Esto se hace en Bélgica y su Hacienda Pública funciona perfectamente.

De segundo plato, que las administraciones regionales y locales dejen de ser morosas y paguen al entregar las obras y servicios, en vez de hacerlo a cuatro o cinco meses.

Bien sabe mi buen amigo Asís de la Maza de los problemas de los farmacéuticos cántabros a la hora de hacer efectivo el cobro de las recetas.

Así que, cocinillas de pacotilla, dejen de sugerir recetas tipo “Esencia de recuperación económica a las finas hierbas de cortina de humo” y empiecen a cumplir con su cometido como políticos, reduciendo cargos inútiles y saldando sus deudas con proveedores. De seguir así, el único oficio con futuro será el de “Cobrador del Frac” y harán falta muchos, pues entre tanto ministerio, consejería, ayuntamiento y empresas públicas morosas corre peligro de acabarse la tela negra para la confección de sus trajes, trajes que, espero, no confeccione el famoso Tomás, sastrecillo garzoniano y valenciano.