Noticias de Cantabria
12-06-2025 07:41

Valencia imparable en su crecimiento. Carlos Magdalena

Departimos sobre la gastronomía de Valencia y de Cantabria, nuestro famoso cocido de alubias, berzas y compaño además de nuestros excelente pescados, mariscos y carnes. Les indiqué si venían a Cantabria que es obligatorio ir a comer a dos restaurantes emblemáticos; uno en nuestra ciudad, el Hipódromo de Suso que está situado en la emblemática entrada del Faro, lugar al que todo visitante tiene que acudir y otro en Suances, El Mirador de Suso.

 


Hace años nos acercamos a Valencia y vimos lo que sigue siendo ahora, una ciudad extraordinaria, bien diseñada con unas avenidas magnificas, un arbolado abundante y cuidado que luce más todavía la ciudad. En estos años ha experimentado un notable crecimiento,  se nota que los políticos, que su alcalde y presidente de la Comunidad cumplen con sus obligaciones, y eso es lo más importante para que los lugares crezcan.
 


En su día, hace ya varios años coincidió nuestra visita con la inauguración de la Ciudad de las Artes y las Ciencias que diseñó magníficamente Calatrava, vimos en su momento  su gran oceanográfico etc. Y ahí sigue todo el complejo impecable porque a diferencia de Santander existe mantenimiento, conservación para que estén todas las actuaciones urbanísticas como en su inauguración porque son conscientes del atractivo que supone pero también se palpa en los edificios emblemáticos de la ciudad, los jardines y de toda la ciudad en general.


No fuimos al lugar del desastre que provocó la Dana que junto con el desacierto humano de gestión provocó la terrible catástrofe con el añadido terrible de las pérdidas humanas que se produjeron además de las económicas que a día de hoy no están resueltas ni las ayudas ni la reconstrucción de los pueblos e infraestructuras. Un desacierto terrible a nivel Comunidad y a nivel Gobierno central. Una catástrofe difícil de definir con más de 200 fallecidos más las familias destrozadas. Una desgracia sin paliativos con la que los políticos, típico en este país, se tiran las culpas y la mierda unos a otros.
 


Visitamos a conciencia la ciudad de Valencia, otra vez, y aunque eran pocos los días que nos quedábamos quisimos recalar en Malvarrosa en un día magnífico. Dimos un largo paseo por su avenida junto a la playa bien cuidada y preparada con todos los detalles, todo ordenado con espacios para el ocio como el voleibol, o sus baños públicos o sus chiringuitos de refrescos etc. Una gran playa que invitaba a darse ?un cole? como así hicimos. ¡Claro que en hermosura de playas no tenemos nada que envidiar en Cantabria!
 


Llegada la hora de comer fuimos al restaurante La Pepica, previa reserva puesto que nos habían hablado como el mejor de Valencia para comer  paella, entre otras ricas viandas. Pues si, también doy fe, en el restaurante La Pepica hacen un arroz exquisito, muchas variedades pero nosotros tomamos el típico valenciano de verduras y conejo para comenzar con unos mejillones en su jugó deliciosos y un postre de bizcocho de chocolate con naranja.
Este restaurante está dentro de un conjunto de restaurantes en el paseo de Malvarrosa donde hay variedad para elegir uno u otro pero todo ello bien ordenado y diseñado.

 

 

                           


La Pepica en concreto se inauguró como una tasca de pescadores, que es lo que era el poblado de la Malvarrosa, y su primera dueña se llamaba Pepica que abrió el local en 1986 y cuyo busto, junto al de su esposo, a modo de ninots aparecen a la entrada del restaurante junto a los expositores con algunos de sus productos. Actualmente dirigen el lugar, Adrian que es el maître y Pascual el gerente que nos atendieron y dieron todo tipo de detalles del lugar y facilitarnos una mesa en la terraza pegados a la playa. 


Departimos sobre la gastronomía de Valencia y de Cantabria, nuestro famoso cocido de alubias, berzas y compaño además de nuestros excelente pescados, mariscos y carnes. Les indiqué si venían a Cantabria que es obligatorio ir a comer a dos restaurantes emblemáticos; uno en nuestra ciudad, el Hipódromo de Suso que está situado en la emblemática entrada del Faro, lugar al que todo visitante tiene que acudir y otro en Suances, El Mirador de Suso. Ambos propiedad del magnífico conocido cocinero y buen amigo Suso.

 

 

                                           


La parada en La Pepica fue un acierto y volver a recorrer las calles valencianas un placer porque es una gran ciudad, sólo esperamos que su provincia se recupere lo antes posible y todos los políticos se pongan las pilas para ayudar en ello sin intentar sacar rédito político con culpas a unos y otros porque todos han gestionado mal una situación catastrófica.

 

 

                                       Restaurante, el hipódromo de Suso

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