El acusado de tocamientos a su sobrina dice que es "inocente" y ella se ratifica: "me quedé en shock"
El acusado de un delito de agresión sexual, por hacer tocamientos a su sobrina cuando era menor, a la edad de diez, ha negado los hechos este miércoles en el arranque del juicio contra él, en la Audiencia Provincial de Cantabria, en el que se ha declarado "inocente completamente. Soy una víctima", ha remachado.
El hombre, que padece esquizofrenia paranoide, tiene 59 años y se enfrenta a nueve de prisión que pide el fiscal, uno menos que la acusación particular, ejercida por la joven y que se ha ratificado en la denuncia, interpuesta tiempo después de los hechos, que ocurrieron en dos momentos distintos.
Tras el primero, que tuvo lugar en primavera de 2014 en casa de sus abuelos, se quedó "en estado de shock". Además, no "entendía" ni "sabía muy bien" lo que había pasado, solo que se "sentía mal y sucia". Por eso no se lo contó a nadie, ha explicado la chica, que sufrió trastorno de estrés postraumático y 'lesión social', con secuela psicológica.
Y después del segundo episodio, en su vivienda, "al poco tiempo" del anterior y de carácter "similar", relató lo sucedido a su madre, aunque "muy por encima", porque no quería que sus padres pasaran "por esto".
En la vista oral, que se celebra en la Sección Primera y que continuará este jueves con los peritos, conclusiones finales e informes de las partes, también han testificado los progenitores de la chica.
Tanto el padre -que se encargaba de su hermano, hasta que tras conocerse lo sucedido ingresó en una residencia- como la madre han señalado que había tenido problemas de carácter sexual previos, con su propia hermana -a la que habría agarrado por detrás aunque logró zafarse- y con una vecina también.
Además, han comparado que antes eran una familia normal, pero que lo ocurrido les ha "destruido a todos. Nos ha deshecho. Es una situación horrible", ha manifestado el padre de la víctima y hermano del acusado.
El plenario ha comenzado con el interrogatorio al procesado, por un delito continuado de agresión sexual a menor de trece años y al que la Fiscalía también reclama una indemnización de 7.000 euros a su sobrina por las secuelas causadas, frente a los 10.000 que pide ella.
REALIDAD VIRTUAL
Solo ha contestado a las preguntas de su abogado y ha negado cualquier tipo de tocamiento a su sobrina, salvo una ocasión en la que vio que tenía "un bulto" por la zona del hombro y la tocó con el dedo pensando que era "un grano".
Se ha referido al fallecimiento de su madre, años antes de los hechos denunciados, para indicar que desde entonces se sintió "mucho peor". El deceso, ha expresado, "me hundió vivo. Se vinieron todos los pilares abajo".
Así, en el momento de los episodios enjuiciados, "estaba en una realidad diferente a la común", en "una realidad virtual", según ha expresado ante la Sala. "No estoy en mi juicio. Soy consciente de mis actos, pero vivo gracias a mi voluntad de hacer una vida normal", ha añadido, para indicar que ha llevado "siempre a rajatabla" la medicación que toma por el trastorno que padece.
"SE ME HIZO ETERNO"
Por su parte, la víctima se ha reafirmado en los hechos denunciados, destacando que hasta entonces mantenía una relación "normal" con su tío y, también, que era consciente de su enfermedad. Según su versión, recogida en el escrito fiscal, los dos episodios objetos de este juicio tuvieron lugar hace diez años, el primero en un dormitorio de la vivienda de los abuelos y el segundo en la cocina de su propia casa.
Ambos duraron unos quince a veinte minutos, aunque para ella fue "mucho" tiempo. "A mí se me hizo eterno", ha expresado. En esas dos ocasiones, el hombre intentó besarla y le realizó diversos tocamientos, en la espalda, el pecho, glúteos y zona vaginal, por encima y por debajo de la ropa, sin que hubiese penetración.
Y aunque ella se apartaba y manifestaba que quería irse, su tío se lo impedía sujetándola con fuerza, hasta que logró escapar tras forcejear con él. En el momento de los hechos, y según el fiscal, el hombre tenía levemente afectadas sus capacidades intelectivas y volitivas.
La primera vez sucedió un día que su madre mandó a su hija a buscar pan a casa de los abuelos, donde vivía el enjuiciado. Una vez allí y "de repente", él intentó besarla y ella comenzó a sentir "como una niebla en la cabeza" y entró "en estado de shock". Así, no sabe cómo acabó tumbada lateralmente en la cama y él por detrás, haciéndole los tocamientos y sin que ella se pudiera mover.
La segunda vez, estaba sola en su casa haciendo los deberes cuando vino su tío, se sentó en una silla en la cocina y, "de un momento a otro" también, tiró hacia abajo de su camiseta y la colocó después a horcajadas encima de él, tratando de besarla mientras la tocaba y le decía "quiéreme, quiéreme", a lo que ella respondió que le "quería, pero no así". Cuando logró zafarse, la dio un tortazo e insultó.
Tras este suceso, la niña varió su comportamiento hacia su tío, adoptando "mucha más distancia", y se lo contó a su madre, aunque rechazó inicialmente ayuda psicológica porque quería "olvidar". Aún así, empezó a ir "mal" en el colegio, "no dormía" y tenía "miedo a todo" y "de cualquier hombre que se me acercara". Ha añadido que todavía no lo ha "superado" y que se sigue "sintiendo mal". "Me vienen recuerdos. No lo puedo evitar. Creo que (esto) me va a seguir machacando", ha apostillado.
En cuando a la denuncia de los hechos, ha explicado que la interpuso cuando su tío se trasladó a una residencia diferente a la inicial, a "escasos" minutos de su casa. "Me sentí vulnerable, con miedo. Podía venir donde mí".
HICIMOS LO MEJOR PARA TODOS
Por su parte, el padre de la víctima y hermano del acusado ha explicado que tras conocer lo ocurrido optaron por proteger a la niña, apartar al tío y no denunciar, haciendo así lo que les aconsejaron desde servicios sociales y que consideraron "mejor para todos" ante una situación "muy dura".
Además, él dejó de encargarse de su hermano, porque no se sentía "capaz" de hacerlo, y aunque hasta entonces tenía "muy buena" relación con él, ahora ya no se lleva, aunque tampoco le "odia", ha precisado.
Tras apuntar que el acusado no consumía drogas o alcohol, su hermano ha dicho que no apreció nada "raro" en él tras los hechos, pero su actitud sí "cambió" cuando le dijeron que se tenía que marchar de su casa a una residencia.
La madre ha relatado por su parte que la niña estaba "muy nerviosa y mal" cuando le contó lo ocurrido con su tío, y que fue la propia víctima quien más adelante pidió la ayuda psicológica que había rechazado inicialmente.
Ha contrastado que su hija antes era "muy alegre y extrovertida" y que a raíz de estos episodios llegó a sufrir un ataque de ansiedad en el colegio, extremo que ha corroborado una orientadora educativa del centro, que también ha declarado este miércoles junto a una trabajadora social y dos agentes de la Guardia Civil, que han ratificado el atestado elaborado.
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