Rabia, estupor, serenidad….

Nada más conocer el criminal atentado de las Ramblas de Barcelona, todos los ciudadanos de bien hemos sentido rabia, mucha rabia; a medida que hemos ido conociendo los acontecimientos y sus circunstancias en las horas siguientes, han aflorado algunos sentimientos de estupor…

Pero, ante todo, debemos mantener la calma, mostrar serenidad y fortaleza para afrontar estos hechos aislados y vencer así al terrorismo. ¡Podrán matarnos, pero no nos van a quitar la dignidad y libertad!

Son momentos de acordarnos de las víctimas y sus familiares y unirnos a su inmenso dolor, que es el dolor de todos. Agradecer también la solidaridad internacional y abominar del Estado Islámico que se ha responsabilizado del atentado.

Pero en modo alguno debemos de soslayar algunos aspectos, como es el hecho de que Cataluña es una Comunidad Autónoma cuyos gobernantes han sido facilitadores de la llegada de población marroquí, quizás con intereses políticos claros; Cataluña es el lugar dónde más mezquitas hay de España, en alguna de las cuales se fomenta el radicalismo.

El clima político, social y sindical de las últimas semanas ha puesto en el punto de mira el mundo del turismo, con un pelín xenófobo, que era caldo de cultivo para cualquier acción de este tipo. Barcelona representa el epicentro del turismo en España y han sido los sectores más izquierdistas catalanes, con la complacencia de algunas de las máximas autoridades, quienes han señalado la diana del turismo, con acciones varias, en una acción que empieza a extenderse como mancha de aceite a otras zonas del país dónde los extremistas de izquierda tienen su campo de actuación, como Baleares o País Vasco. Añadan a estas acciones, otras de claro componente político, como la huelga bien politizada del Prat o el anuncio sindical de un “otoño caliente” y de tomar la calle…

Tampoco la política anti-España que siguen las instituciones catalanas han contribuido a crear un verdadero clima de colaboración policial; baste saber el hecho del rechazo a la sugerencia de las fuerzas policiales del Estado para proteger con bolardos o cualquier otro elemento defensivo las áreas de gran concentración humana. A mí no me han molestado los grandes bloques de hormigón que se han colocado en el Sardinero durante las pasadas fiestas de Santiago o los que aún hay en la Feria de las Naciones o las ferias de Torrelavega; al contrario, me han dado seguridad.

Incluso parece que los servicios de inteligencia habían avisado a los Mossos de la posibilidad de un gran atentado en Barcelona y hemos visto en las últimas semanas como este cuerpo de seguridad quizás estaba más enfrascado en lo del referéndum ilegal.

Un día antes del bárbaro atentado se ha producido un fortísima explosión en una vivienda de Alcanar (Tarragona) y los Mossos no han permitido a los Tedax de la Guardia Civil investigar el hecho. Y ahora se demuestra que es un lugar dónde había un buen depósito de explosivos y uno de los detenidos parece que ha confesado que se preparaba un gran atentado, quizás con la inmolación de terroristas, y este hecho precipitó los acontecimientos de Las Ramblas. Y todo esto demuestra que era una gran red yihadista organizada.

Por si esto fuera poco, aún con los cadáveres calientes, tenemos que escuchar a la CUP, organización que en las últimas semanas parece ser el árbitro político y social de Cataluña, afirmar que “el terrorismo fascista es fruto del capitalismo”. Aún estaremos atentos en las próximas jornadas a manifestaciones y bufonadas de similar tono.

Las fuerzas de seguridad, cuando actúan juntas y coordinadamente, consiguen objetivos, ya sea en Barcelona, Vich, Cambrils, Ripoll, etc. y esto lo debieran de entender los políticos catalanes que están empeñados en dividir a España y los españoles, probablemente para satisfacer sus propios intereses personales.

“A los terroristas se les vence con unidad institucional” nos ha dicho Rajoy y así se demostrará en la manifestación por el minuto de silencio en recuerdo de las víctimas, que se va a celebrar esta mañana en Barcelona y que va a estar encabezada por el propio Rey de España, que representa a todos los españoles.

¿Habrán aprendido la lección los líderes catalanes independentistas después de estas jornadas de terror, sangre y miedo? ¡Mucho me temo que no!.