Rumanía decide su futuro en Europa en unas igualadas elecciones marcadas por el auge de la ultraderecha
Considerada la cita electoral más importante desde la caída del comunismo, Dan y Simion representan propuesta radicalmente opuestas

MADRID, 17 (EUROPA PRESS)
Los rumanos deciden este domingo su futuro más inmediato, en unas elecciones presidenciales marcadas por las profundas divisiones políticas, la desilusión con los partidos mayoritarios, la corrupción y falta de transparencia, y una supuesta injerencia extranjera que puso en tela de juicio los anulados comicios de 2024.
El resultado influirá no sólo en la gobernabilidad del país --el presidente de Rumanía cuenta con amplios poderes en política exterior, seguridad nacional, defensa--, sino además en la propia cohesión del flanco oriental de la Unión Europea, donde son tantos los aliados de Moscú como los aspirantes al bloque que ahora forman 27 países.
En la primera vuelta se impuso con el 40 por ciento de los votos el candidato ultraderechista de Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), George Simion, quien rebañó los votos del descontento, entre los cuales estaban los de los electores del repudiado Calin Georgescu, vencedor de las anuladas presidenciales de 2024.
La decisión que tomó el Tribunal Constitucional de anular aquellos comicios alegando irregularidades en la financiación de su campaña, sugiriendo además la supuesta injerencia de una potencia extranjera, provocaron importantes protestas y críticas hacia la legitimidad democrática de Rumanía, que fueron en aumento después de tomar la decisión de impedir a Gerogescu presentarse a estas nuevas elecciones.
Simion, de 38 años, fue el elegido por Georgescu para reposicionar en el tablero geopolítico a una Rumanía que se prevé más nacionalista, con la Hungría de Viktor Orbán y Donald Trump como ejemplos y abogando por un "eurorrealísmo" frente a quienes le recriminan sus supuestas simpatías hacia Rusia.
Sin embargo, una última encuesta publicada esta semana por medios rumanos cuestiona ese fácil triunfo de Simion y proyecta una contienda más reñida de lo esperado, gracias en parte a que el segundo en cuestión, el alcalde de Bucarest, Nicusor Dan, lograría hacerse con los votos de un oficialismo en horas bajas.
Dan, de 55 años, ha obtenido sus principales apoyos en los núcleos urbanos tras presentarse como independiente después haber comenzado su carrera política en otro de los históricos como el conservador Unión Salvar Rumanía (USR). El alcalde de la capital se ha erigido como el candidato que se enfrenta a los populismo y ha prometido mantener al país seguir por la senda europea.
La cita adquiere especial relevancia también por el actual colapso del Gobierno, después que el primer ministro rumano, Marcel Ciolacu, dimitiera hace una semana tras el mal desempeño de su apuesta en primera vuelta, Crin Antonescu, por lo que un triunfo de Simion podría desembocar en unas legislativas anticipadas.
REÑIDA DISPUTA ELECTORAL
El sondeo de AtlasIntel, encargado por el portal rumano de noticias Hotnews y elaborado días después de la primera vuelta del 4 de mayo, establece que los dos candidatos obtendrían alrededor del 48 por ciento de los votos.
Dan lograría hasta el 91 por ciento de los votos que los rumanos depositaron en favor del candidato del oficialismo Crin Antonescu, unas cifras similares en el caso de quienes apostaron en primera vuelta por la conservadora Elena Lasconi, cuyo pobre desempeñó le hizo renunciar del liderazgo de Unión Salvar Rumanía (USR).
El alcalde de Bucarest también se beneficiaría mayoritariamente de los votos logrados por el ex primer ministro Victor Ponta, con más del 69 por ciento de ese electorado decantándose este domingo por él.
No obstante, este jueves, por primera vez desde que comenzó la disputa electora, Dan se situó al frente de las predicciones con el 52 por ciento de los votos, según la agencia de demoscopia IRSOP.
Los dos escenarios diametralmente opuestos que plantean Simion y Dan han hecho que en Rumanía se refieran a estas presidenciales como históricas, así como las más importantes desde la caída del comunismo en 1989.
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