La historia de Cantabria ya está escrita pero le quedan muchas hojas en blanco....

Hace unos años que nos trasladamos a Cantabria cumpliendo un sueño, vivir en una ciudad del norte; cualquiera. Una ciudad del norte con sus gentes  y costumbres, y elegimos Santander.  Cumplimos ese sueño mientras llegábamos a Cantabria sin olvidar a otros que no tuvieron esa prebenda. Cantabria nos recibió con sus mejores galas, y nos fue mostrando un lugar muy bello, primero nos enseñó la mayor, sin hacer de menos a los pueblos....

Maravillados por esos edificios majestuosos, solemnes en nuestro caminar, dignos de volver a mirar una y otra vez nos hicimos pequeños al andar. Una ciudad con encanto que nos iba regalando todas sus bondades, el paraíso del Palacio de la Magdalena, los atardeceres en la Bahía que dejan en silencio invigilando al buque `Centro Botín`, abrazado por quien lo ha visto nacer y crecer, un solemne Banco Santander que lleva por el mundo su ciudad, sus barquitos durmiendo en ese puerto tan chico, el Gran Casino, qué decir.... ¡solo mirar y admirar!, y  nos dejamos llevar, una vez más, ensimismados por un camino que lo dibuja la naturaleza, la gracia y la historia, que magnífica todo lo anterior, la senda de Mataleñas, regalando olor a mar, paisajes de novela, brisa marina que sube por sus acantilados y unas deliciosas moras que te invitan a seguir y rendir fervor ante ese monumento que tiene tanto que decir y no quiere decir, el Faro de Cabo Mayor.

Una ciudad de Cantabria elegimos, pero bien podría haber sido cualquiera de sus pueblecitos que te reconfortan con su belleza, se respira tranquilidad en sus calles, su entorno lo dice todo y sus paisanos nos recuerdan otros tiempos donde todo sucedía a otro ritmo. Y quisimos ser parte de Cantabria, y probamos Cantabria.  Lo hicimos agradeciendo, pero probamos Cantabria, ¡vaya si lo hicimos! de lo grandioso a lo más chico, de lo lejano a lo contiguo,  pero la probamos hasta lo más profundo de su cultura, y en ese deambular nos encontramos con sus exquisitos potajes de cocido montañés o lebaniego, pescados y mariscos del Cantábrico, quesos, quesadas, sobaos.... ¡y menos mal que elegimos Cantabria!

Poco a poco fui haciendo propia esta comunidad que nos dio un lugar donde vivir y muchas oportunidades que coger, siempre recordando a la que es mía y un día dije adiós. Pero todo no fue fácil, Cantabria tiene muchas oportunidades, infinitas como dice su nombre, `Cantabria Infinita`, pero como quien merece lo mejor, pide y exige. Y exige con dureza.

Cántabros y cántabras, os habéis hechos dignos de Cantabria con rigor y seriedad. He conocido la palabra excelencia en Cantabria, verdaderos profesionales que a veces no saben que lo son, grandes personas, y admirables sobremanera por su humildad, profesionales que no necesitan presumir de una maestría oficial porque Diógenes ya pensó en ellos en el año 412 a. C,  y cumplieron por el camino, "el movimiento se demuestra andando".

Pero no todo son bondades, no sirve lo anterior.

Cierto, no sirve en esta sociedad si se hace en silencio. La humildad y discreción es admirable, pero no sirve para avanzar. A Cantabria no le sirve. Y Cantabria exige con dureza, con la dureza de quien merece.

Y la pregunta es, ¿cómo es posible que no sirva la palabra más grande en reconocimiento? La excelencia.

Pues no sirve. Para conocer al ciudadano cántabro, hay que venir a Cantabria. Para conocer Cantabria, hay que venir a Cantabria.

Cantabria pide a gritos que sus cántabros y cántabras despierten, pisen fuerte y den un paso adelante. Ella pide encarecidamente que Cantabria salga de Cantabria, salga de sí misma, y les diga a los demás que en Cantabria hay las mismas oportunidades que en cualquier otro lugar. Y eso no lo van a hacer otros.

Hay grandes cosas que decir, que esperan pacientes alguien las diga, algunas escribirán historia y ni siquiera se escuchan en los autobuses, en las tertulias de los bares, etc... ¿Cómo es posible que no se hable apenas del avance tan grande que se está dando para erradicar una enfermedad tan grave como la Hepatitis C ?

María Luisa Real ha sido enormemente valiente y sí ha pisado fuerte, defendiendo su erradicación absoluta. Ha defendido Cantabria desde lo más grande, la salud. Y no se oye hablar en los autobuses, parques, tertulias, .... de su empeño de curar a todos, a los enfermos y a los que no saben que tiene Hepatitis C, y su Consejería vuelve a encontrarse con la palabra excelencia, pero muy poco se dice. Se habla del contento y descontento de unos y de otros, del TUS, de los espigones, del clima, ..... Nos reconforta la crítica y el descontento. No es ese el camino.

Yo, que no soy de Cantabria, te doy las gracias. Y doy las gracias, porque será Cantabria juntamente con Valencia y con Canarias quienes están dando un paso al frente en esa búsqueda de ayudar a más personas por algo tan grande como es la salud. ¡Y Cantabria por fin sonríe!

Y cuando algún día aparece en mis conversaciones este tema, que de vez en cuando doy prioridad, me maravilla ver como las personas en ese momento se dan cuenta, que la historia se está escribiendo y nuestros profesionales están con la pluma trazando. El Dr. Javier Crespo, lo hizo con cuatro expertos nacionales que conformaron el Comité de expertos para definir el `Plan Estratégico Nacional para el Abordaje de la Hepatitis C ` una vez se conoció la medicina milagrosa que dio esperanza a muchos enfermos de Hepatitis C, y a sus familias. ¡Y Cantabria vuelve a sonreír!

La historia de Cantabria ya está escrita pero le quedan muchas hojas en blanco.... y son ustedes quien deben de hacerlo.

Su presidente lo sabe. Cantabria sale con él de su comunidad, y no son sus cántabros y cántabras quien más lo agradecen. Cántabros y cántabras, os habéis hechos dignos de Cantabria con rigor y seriedad.