"Alí Babá" y las 40 vírgenes
"Lo que sí que se dejó en Libia, para pesar del Rey y Zapatero, fueron los caballos. No se debe olvidar que el líder libio hizo migas con Aznar, tantas que éste último se llevó de regalo una bonita figura ecuestre".

Tiene su mérito el beduino Gadafi, que ha decidido visitar nuestro país con un séquito digno de alabar, una estampa que bien nos recuerda a la historia de ‘Alí Babá y los 40 ladrones’. El libio viene acompañado por, nada más y nada menos, que con 40 vírgenes, a las que ya habría que hacerles la prueba del pañuelo para ver si su denominación es cierta.
Lo que sí que se dejó en Libia, para pesar del Rey y Zapatero, fueron los caballos. No se debe olvidar que el líder libio hizo migas con Aznar, tantas que éste último se llevó de regalo una bonita figura ecuestre.
Pero atrás quedan esos tiempos de política exterior. Ahora España se ha convertido en el país de ‘Nunca Jamás’, en el que la política exterior da vaivenes y giros radicales porque nuestros políticos actuales no conocen la doctrina estrada. Nos hemos venido encontrando en este cuatrienio legislativo con un bandazo tercermundista después de haber roto el cordón umbilical con USA.
Ahora, nos hemos entregado en cuerpo y alma a los países que más nos podían ofrecer: Cuba, Venezuela, Perú, etc. Pero lo que nadie podía sospechar es que para la traca final llegase Gadafi, cuyas señas de identidad le definen como un ‘dictador, asesino y terrorista’. La opinión pública ya no se asusta de nada, - todo sea por la pela el que tengamos que recibir y aguantar la verborrea, incultura y analfabetismo del petrolero bolivariano, el cuate Chávez-. Y no contentos con ello, tenemos ahora la llegada de Gadafi y su guardia pretoriana virgen.
Este primero se aposentó en ‘Al-Andalus’ para palmear en una fiesta flamenca, y después de la gran resaca intentó montar su jaima en los jardines de Palacio del Pardo. Según las malas lenguas finalmente no lo hizo, debido al mal tiempo y al frío del lugar.
Por eso, lo mejor de la visita de este islamista ex terrorista, dice él reconvertido al occidentalismo de los cruzados, es la cara que ponían el Rey y Zapatero en el agasajo que tuvieron que dar a tan atípico y extraño personaje. La simbología de la foto no puede ser mejor, todo sea por esas expectativas de posibles contratos de 12.000 millones de euros el que hayamos tenido que recibir a tan extraño personaje y sus 40 acompañantes, que son vírgenes (hasta que se demuestre lo contrario).
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