En Cantabria, las elecciones interesan poco

Cada día que pasa y se acerca la fecha de urnas, en Cantabria nos da la impresión, al menos nos lo parece a nosotros que, citadas elecciones, interesan poco. Por eso este periódico está más volcado por lo que dicen los políticos nacionales, que por los locales, porque interesa poco.

A nivel de calle, nos da la impresión de que el voto está muy decidido por los electores  y lo que digan los teóricos lideres de los partidos sucursalitas de Madrid, que no lo son, también importa poco. El hecho de que Revilla no se presente, a pesar de su ‘decantamiento’ personal y expreso hacia Zapatero, no nos dice nada, porque el elector a estas alturas de la democracia, es mayor de edad.

Sí, podemos hacer una abstracción o ficción de lo que puede pasar atendiendo a nuestra reciente historia política de antes de ayer. Lo que se escucha es que el electorado está dividido en parcelas: una la ocupa la abstención activa, coherente, centrista y regionalista, que mira a la derecha y a la izquierda. Otra, es la denominada ‘derecha’, y la consabida izquierda. En ambas, intenciones de voto (derecha e izquierda) siempre ha primado la disciplina frente a la razón pero, conforme la democracia penetra más en el tejido social, juntamente con la educación, que es la verdadera fábrica de democracia, al final prima más la razón, frente a la disciplina.

Independientemente que en estas elecciones, en ambas orillas, el voto pudiera ser depositado con pinza en la nariz, y de forma autómata, atendiendo a no haberse alcanzado lo que anteriormente hemos indicado. Si personalizamos, en la corriente ideológica de la derecha, se encuentra callado –como mejor está- Nacho Diego. En éstos últimos cuatro años, como líder de la oposición parlamentaria, poco ha aportado en su personal, y particular, singladura política. Me atreveré a decir ‘nada’, como así lo hemos indicado de forma respetuosa en numerosos escritos de opinión, salvo pelearse, día sí, y día también, en el Parlamento de Cantabria con el presidente Revilla.

Su particular ‘movida’ parlamentaria, como bien sabe él, le ha supuesto un ascenso superior a todas las previsiones que existían, siempre a favor, de nuestro presidente de la comunidad. Parece que la lección no la ha aprendido todavía y sigue en una línea equivocada, cuando debería de rectificar, tratar de sumar y nunca restar.

En definitiva, su bagaje de oposición, no insistiremos en cuál ha sido, pero se nos antoja escaso si ojeamos las hemerotecas. Pero vayamos a la izquierda santanderina: La llamada izquierda santanderina, cántabra por regionalizarla, se presenta como un montón de familias desunidas desde siempre; si bien parece que, en estos días, se sigue la máxima de dejemos nuestros problemas para el próximo congreso.  Pero, ¿qué ocurre? Que llegado el Congreso vuelven a hacer más de lo mismo.

Su bagaje de actuación política ha tenido serios tropiezos en la elección de sus protagonistas y responsables políticos, los cuales a lo largo de esta última legislatura, les ha faltado credibilidad y profesionalidad política, Pesquera, Charo, Olmo, etc. Con estos mimbres en ambas orillas pretenden ilusionar, por una parte, y pescar el voto del ciudadano por otra. Decir lo anterior, e intentar realizar un análisis político corto, conlleva – lo sabemos bien y más en esta comunidad- a obtener malas caras, simplemente por manifestar nuestra opinión y desacuerdo. Pena de democracia, que por discrepar y no hablar en el mismo idioma el castellano te buscas antagonistas no queridos ni deseados.

Naturalmente, siempre hablamos de los personajes, que dicen que lo son, que se esconden detrás de las siglas, como si éstas fueran suyas. ¡Craso error! Las siglas son siempre respetadas, porque representan corrientes de opinión. Lo que ocurre es que, tras éstas, se atrincheran los que se autodenominan líderes de vida efímera y que producen los consabidos daños.

Una consecuencia de opinar como lo hacemos es que los personajes que mandan, temporalmente, mandan mucho, se les respeta en su entorno porque sino al que discrepa se le enseña la puerta. En nuestro caso, se nos dice que “a esos nada”, ni publicidad, a pesar de lo que dijo nuestro presidente en la inauguración de una televisión: “a más medios de comunicación, más libertad de expresión”.

Finalmente, si esta primera información se confirma de “a estos nada”, ni publicidad, les damos las gracias con anticipación a los protagonistas políticos de la decisión, porque ya vendrán otros y otras que sabrán entender que la crítica, aunque ácida, debe ser soportada para conseguir una verdadera democracia. Nuestra independencia centrista, y regionalista, no se vende por un puñado de lentejas, amigos lectores.