"Necesitamos un ocio que promueva determinados estilos de vida que favorezcan el bienestar"
JOSÉ MARÍA FUENTES-PILA ESTRADA
José María Fuentes-Pila Estrada es el actual director del Instituto Cántabro de Conductas Adictivas y una persona reputada para dar su opinión sobre las adicciones en nuestra sociedad, como demuestra su amplia preparación académica: master en Drogodependencias, especialista en Drogas Tóxicas y Estupefacientes, especialista en Tabaquismo y experto en Metodología de Educación para la Salud.

El director del Instituto Cántabro de Conductas Adictivas y del Instituto Cántabro de Psicoterapia Nos ha concedido una entrevista en la que hemos hablado de esas pesadas losas para los individuos y las familias que las padecen: las adicciones.
C.L.- Es usted farmacéutico. ¿Qué le llevó a decantarse por el tema de las conductas adictivas?
J.M.F.- Al acabar la carrera se unieron dos aspectos importantes en ese momento de mi vida: desde el punto de vista académico, me interesaba el cerebro y la psicofarmacología, lo que después se denominó Neurociencias; por otro lado, la epidemia de heroína acompañada de la oleada dramática del SIDA que en los años 80 comenzó a devastar a una población de jóvenes, entonces relacionados con el uso de drogas por vía parenteral. A partir de ese momento, mi recorrido formativo fue íntimamente vinculado a los trastornos adictivos: primero de forma específica; después, centrado en la psicoterapia; y, desde hace 22 años, es el territorio profesional en el que siento que puedo desarrollar mis capacidades y en el que más aprendo cada día.
C.L.- ¿Cómo llegó a ocupar el puesto que ostenta en la actualidad?
J.M.F.- Ilusión, formación y compromiso. Son para mí las tres patas de la silla de un profesional. La humildad, aceptando que el conocimiento del que disponemos es siempre relativo, el deseo de aprender y ser constantemente evaluado para mejorar las capacidades y corregir defectos. El colaborar con profesionales extraordinarios en diferentes lugares (Cantabria, Madrid, Barcelona, Andalucía, Ginebra, Bilbao, París…) sabiendo nutrirme del conocimiento de grandes maestros. Y la colaboración durante años con redes asistenciales públicas y privadas que facilita una mirada compleja y más global de las dificultades de las personas.
C.L.- Es un cargo de gran responsabilidad ¿Qué haría si tuviese posibilidad de cambiar las cosas?
J.M.F.- Como sabe, compagino mi actividad en el campo de los trastornos adictivos y la terapia de familia, con mi compromiso político como concejal del grupo Regionalista en el ayuntamiento de Santander. Oportunidad, esta última que me dio Vicente Mediavilla y que me permite trabajar, en la medida de lo posible, en proyectos para la ciudad. Cambiar las cosas es complicado, pues no se trata de cambiar conductas sino actitudes que, posteriormente, faciliten nuevas conductas. Pero creo que respecto a la Salud Pública, a la participación activa de los ciudadanos en la toma de decisiones sobre aspectos importantes, así como a determinados aspectos relacionados con las preocupaciones reales de muchas familias, pueden hacerse cambios en proceso. Creo que es necesario pensar desde una mirada más compleja, sistémica. Me gusta decir que se analicen los comportamientos violentos, los trastornos adictivos, el concepto de locura de una manera alternativa. Quizás estamos viviendo nuevas formas de alienamiento social mucho menos visibles que hace 60 años y que afectan a los más desfavorecidos.
C.L.- ¿Cómo ve la juventud en Cantabria?
J.M.F.- Creo que la juventud en Cantabria tiene muchas similitudes con la juventud del resto de España. Es emprendedora, solidaria en determinados aspectos, competitiva, exploradora de las nuevas realidades a las que tiene que adaptarse con enorme rapidez. Se prepara más para un futuro más incierto, lo cual resulta paradójico. Creo que la juventud tiene necesidades que muchas veces no encajan en el mapa social, o, cuando encajan, este mapa no coincide del todo con el territorio real que los jóvenes exploran. La juventud de Cantabria es el futuro de Cantabria. Entender sus necesidades supone aceptar que debemos acercarnos sin prejuicios a sus discursos, a sus problemas. Los jóvenes tienen algo que muchos adultos pierden por el camino: creatividad y entusiasmo.
C.L.- ¿En Cantabria se protege al joven?
J.M.F.- No tengo claro a qué se refiere la protección. Creo que desde el Gobierno de Cantabria se desarrollan políticas de Juventud encaminadas a abrir caminos a los jóvenes, sobre todo en términos de disminución de su incertidumbre. Recientemente desde el Ayuntamiento se ha puesto en marcha el Consejo Municipal de Juventud que favorecerá una participación activa en el desarrollo del Plan Integral de Juventud. Los jóvenes necesitan ser escuchados en sus necesidades, necesitan sentirse parte activa de una sociedad; pero también desarrollar su autonomía respecto a sus familias. Para ello es imprescindible la promoción de un empleo que favorezca un sentimiento de competencia en ellos, vivienda en alquiler accesible, empleos que no sean basura temporal y que obliguen a los jóvenes a volver a casa una vez que han salido de ella.
C.L.- Y el joven, ¿se siente protegido y respaldado?
J.M.F.- No lo suficiente. Pero es que en materia de protección nunca es "suficiente". Creo que la sociedad debe fijar su atención en las capacidades de los jóvenes y no sólo en sus dificultades. Un mundo complejo, cada vez más etéreo en algunos planos de la realidad, hace que los jóvenes tengan sentimientos encontrados respecto al mundo que les toca vivir. Es como si ellos, en algunos aspectos, sintieran que no participan de la construcción de la realidad, que todo viene ya cocinado, envasado y listo para ser consumido. Esto, siendo cómodo, puede resultar también muy frustrante.
C.L.- ¿La administración les tiene olvidados?
J.M.F.- No. Puede ocurrir que las acciones de las diferentes administraciones no estén en perfecta consonancia con las expectativas de los jóvenes. Pero recordemos que los jóvenes son, cada uno, un mundo con unas características, unos valores y una forma de mirar el mundo distinta. Creo que es importante promover su participación en decisiones que les afectan o que les afectarán en el futuro. Esto es algo que ya hicimos desde un equipo de educación para la salud hace más de 8 años, cuando trabajamos en los colegios con jóvenes, favoreciendo su implicación en la prevención de drogodependencias.
C.L.- ¿Qué opina de Juvecant?
J.M.F.- Que es un espacio en el que los jóvenes pueden expresar sus inquietudes y descubrir otras. Quizás deba plantearse como sacar lo mejor del programa a las redes sociales habituales de socialización de los jóvenes y a sus escenarios de ocio.
C.L.- ¿Cuáles son los vicios de los jóvenes de 14-18 y de 18-23?
J.M.F.- ¿Vicios? Cada uno tiene los suyos. Si nos referimos a determinadas conductas de riesgo, debemos mirar las conductas de riesgo de los adultos para entender las de los jóvenes. El ocio, la gestión recompensante del tiempo libre, viene modulada por diferentes variables: la carga familiar transmitida, la representación social de determinadas conductas y la accesibilidad a determinados contextos de ocio. Además, los grupos de pares determinan también el anclaje comportamental de los jóvenes.
Hace unos días la FAD ha publicado un estudio muy interesante, en el que concluye que los jóvenes están informados de los efectos de las drogas, de sus riesgos, incluso generando rechazo en determinadas formas de consumo; sin embargo, aceptan el consumo como forma de socialización y reconocimiento.
Consumo de tabaco, de alcohol, normalización del consumo de cannabis, video juegos, redes sociales por internet, aparecen como conductas que pueden tener en fases experimentales consecuencias negativas en función de numerosos factores individuales, medioambientales, relacionales, etc. Pero es necesaria una reflexión serena sobre dichas conductas para poder sacar conclusiones y actuar en consonancia con las necesidades de los jóvenes.
C.L.- ¿Cuándo debe empezar a preocuparse un padre?
J.M.F.- Yo creo que un padre y una madre siempre están preocupados. Incluso hoy en día, los padres tienen o sienten mucha más presión sobre sus responsabilidades parentales, sobre su forma de educar a los hijos, sobre su competencia. Recordemos que la autoridad y la delegación son dos elementos que aparecen en la vida familiar con fuerza. Cómo definir la autoridad (reglas, límites, normas) y cómo no establecer procesos delegativos que alejen emocionalmente a los padres de su vínculo con los hijos.
Cuando un padre o una madre se preocupan por un hijo creo que lo primero que pueden hacer es revisar su “alianza conyugal y parental”. La incomunicación, la violencia verbal o física de los hijos hacia miembros de la familia, la intoxicación cada fin de semana, un cambio brusco en el rendimiento escolar, tienen un significado. Encontrar el significado puede suponer encontrar otras dificultades encubiertas por esos síntomas.
C.L.- A veces los padres no saben bien como reaccionar ante ciertos problemas. ¿Cuál es el momento de pedir ayuda?
J.M.F.- Cuando las soluciones intentadas una y otra vez dan como resultado el mantenimiento o crecimiento del problema.
C.L.- ¿Qué posibilidades tiene una tarde de fin de semana lluvioso para hacer los más jóvenes?
J.M.F.- ¿Qué hacíamos nosotros en las tarde lluviosas de Madrid con 17, 18 años? Reunirnos. ¿En torno a qué? A actividades que favorecieran el sentimiento de pertenencia, que además nos hicieran sentir a cada uno con una identidad con respecto al grupo. Un cafetín, un concierto, la casa de un amigo, un garaje donde tocar música… Creo que los jóvenes también deben ser corresponsables en la ruptura de un discurso preocupante por parte de algunos: “Me aburro”.
Los jóvenes, sobre todo en edades entre los 16 y los 20 años, establecen ahora relaciones en su casa que antes debían realizarse en la calle. Redes sociales en la red, chat, foros, hacen que los jóvenes tengan a veces necesidad de salir, pero también puedan contactar con el mundo a través de una ventana que, bien utilizada, debe ser aceptada como una realidad vivencial.
C.L.- Ahora que están próximas las navidades y son fiestas con un control menos estricto del habitual ¿Hay más riesgo?
J.M.F.- Si hablamos de consumo de drogas, las vacaciones siempre son periodos en los que se realizan más consumos. Y recordemos que en España se celebra casi todo en presencia de alcohol. Creo que hay más riesgo de intoxicaciones, más riesgo de accidentes de tráfico. Pero también es cierto que el componente familiar, de reunirse, es un factor limitante del riesgo. Hoy en día mucha gente aprovecha estas fiestas para viajar, para desconectar de su rutina de vida. Los hábitos familiares van cambiando.
C.L.- ¿Qué consejos les daría a los padres para pasar unas vacaciones tranquilas?
J.M.F.- Que no amplifiquen (amplifiquemos) sus miedos, sus temores. Que sean conscientes de que durante las vacaciones la familia se organiza de una manera un poco distinta, que los hijos están más tiempo en casa. Revisar las normas y las reglas operativas del resto del año permite analizar cambios adecuados en dichas reglas que favorezcan una adecuada convivencia sin estar agobiados por los hijos. Y dependiendo de la edad de los hijos, deberán considerar que reglas son negociables temporalmente y cuales no.
C.L.- Y hablando de los mayores. ¿Cuáles son las principales adicciones que se ven en la comunidad autónoma?
J.M.F.- Adicción al tabaco, seguimos teniendo una prevalencia alta de fumadores, con un incremento de mujeres fumadoras, alcoholismo crónico y los problemas emergentes por consumo de cocaína, sobre todo en edades entre los 20 y los 40 años.
C.L.- ¿Cómo ha llegado España a estar a la cabeza del consumo de cocaína?
J.M.F.- Creo que por tres motivos: la presencia de la cocaína en tiempos en los que la heroína era “la droga” hizo que se desarrollara una tendencia a la normalización de su presencia, primero entre clases medias altas, para después extenderse su consumo de una manera exponencial; la disminución de la percepción de riesgo respecto a otras drogas como la heroína e incluso hoy en día el tabaco ya que la cocaína no ha sido percibida socialmente como una droga hasta hace 15 años, lo que hace que sea percibida como una droga recreativa que puede controlarse; y, por último, la disposición geoestratégica de España, puerta de entrada de la cocaína a Europa, con las dificultades que origina a las políticas de control de la oferta.
C.L.- ¿Qué época del año es la peor?
J.M.F.- Dependiendo de los usuarios de drogas puede haber una época peor que otra o no. Para un adicto no hay épocas peores, salvo aquellas en las que hay poca droga en la calle. Para los usuarios que todavía no son adictos, generalmente la época estival suele ser la peor, porque la relación ocio-consumo se ve favorecida.
C.L.- ¿Cuál es su proyecto de ocio para los jóvenes en Santander?
J.M.F.- Un ocio que promueva determinados estilos de vida que favorezcan el bienestar, así como el sentimiento de participación y desarrollo personal. Esto es en sí mismo divertido, apasionante. Un proyecto en el que los jóvenes sean los moduladores de cambios, en el que la música, la creatividad, las artes plásticas (de las que son, en general, dueños los jóvenes) tengan una expresión real, comunicacional. Un ocio que no sea fuga de la frustración, sino complemento de su crecimiento.
Un ocio de barrio, que permita que los jóvenes puedan vivir la calle sin confortación, dotando a los barrios de los recursos necesarios para que los jóvenes se sientan parte de su desarrollo. Más recursos deportivos, más contextos de reunión, más interés de los adultos por lo que quieren y hacen los jóvenes, poniéndolo en valor en la ciudad.
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Comentarios(3):
Bueno, este señor también es político, y no todos los políticos son iguales, ni siquiera en el mismo partido.
Estas personas es lo que nos gusta leer en este periodico y menos politicos que no sirven para nada salvo para trincar
Por fin cosas interesantes, que estamos de alcaldes, consejeros y concejales hasta las orejas!!!