¿Sabemos a dónde vamos.....?
Hay un viejo dicho que afirma que “no llega antes el que va más rápido, sino el que sabe a donde va” y tengo algunas dudas de que la sociedad española sepa realmente hacia dónde se dirige…

Siempre se ha dicho que el pueblo es soberano y adopta las mejores decisiones; pero la Historia nos dice que no siempre fue así y en alguna ocasión adoptó, mediante voto y democracia, decisiones que aún están lamentándose. ¡Claro!. El desconocimiento de la Historia es en nuestros tiempos proverbial y ya saben otro dicho: “Quien no conoce la Historia, está condenado a repetir los errores”.
He podido observar que nuestros nuevos “salvadores”, muchos de sus dirigentes profesores de la Universidad, desconocen la Historia; quizás sepan algo y, por otra parte son unos perfectos manipuladores de la misma.
Tras las elecciones del 20 D, los ciudadanos decidieron unos resultados determinados (¿Acertaron en el resultado?) y los políticos electos fueron incapaces de formar un gobierno para España, lo que nos ha llevado a repetir los comicios, como sucede con los malos estudiantes, que tienen que volver en septiembre.
Muchos españoles aún no son conscientes de que el 26 de junio no son unas elecciones más; nos podemos estar jugando nuestro futuro y el de nuestros hijos y errar en la decisión es un riesgo demasiado grande.
Y los ciudadanos no van a leerse los programas electorales. ¡Qué mas da!. Si después hacen lo que quieren, pactan con quien les da la gana y en muchas ocasiones, “corrigen en los despachos lo que las urnas no les conceden”, como nos decía el ínclito y cínico Más.
El famoso “debate a cuatro” debió haber sido una oportunidad para que cada uno de los partidos hubiera expresado claramente qué pretende hacer, cuáles van a ser sus prioridades, con quién está dispuesto a pactar y con quien no y todo aquello que les interesa a los ciudadanos; al contrario, ha sido un batiburrillo de descalificaciones mutuas, críticas destructivas, acusaciones veladas y mucho postureo (poses, sonrisas, vestimenta, manifestación adyacente, gestos, tics,…). Insultos, odios mutuos, pactos ocultos, es lo que muestran nuestros líderes y que nos han trasladado durante más de dos horas. Otra cuestión es el debate en las redes sociales y en los medios de comunicación y la percepción de quién ganó, como aquella vez en que debatieron Pedro Solbes y Manuel Pizarro y, según todos, el ganador fue Solbes, aunque se demostraría con el tiempo que quien estaba en lo cierto era Pizarro. En esta ocasión pasada, cada votante habrá sacado sus propias conclusiones.
¡Que lejos nos quedan ya aquellos tiempos de la Transición dónde el diálogo fue fundamental para construir una España entre todos y para todos!.
Y si los líderes se enzarzan de esta manera tan grosera y barriobajera, no nos extrañe que en la calle exista intransigencia, tensión, matonismo y un ambiente nada propicio a la convivencia democrática; y aquí es preciso decir, que es la izquierda más montaraz -¿izquierda radical?- quién está empleando métodos fascistoides con los representantes de la derecha civilizada o cualquiera que se declare “español” (Como el apaleamiento de aquellas chicas que en Barcelona hacían campaña por la selección española de fútbol, reventar mítines del PP, los insultos a Sánchez-Camacho en Vich, el apedreamiento de sedes del PP o los insultos y amenazas a los activistas de Ciudadanos en Vallecas, dónde les tildaron de “putos nazis de mierda”…), hechos que después justifica de forma activa o pasiva. ¿A dónde estamos llegando?.
La situación es tan desconcertante que un amigo, creo que votante de centro o de derecha, me afirmó tajantemente hace unos días que “en España es necesario un gobierno de Podemos, para que quedemos vacunados del populismo”; entendía perfectamente la opinión, pero le dije que si con esa vacuna perdíamos la “inocencia”, como les ha sucedido a los venezolanos, lo podríamos estar lamentando durante décadas y nuestros hijos y nietos quizás nos lo reprocharían algún día.
Ahora tenemos otra oportunidad y según las encuestas, parece que el resultado no será muy distinto y nos volvemos a presentar ante dos alternativas: un gobierno del PP, con el apoyo directo o indirecto de Ciudadanos y PSOE; o un gobierno de izquierdas, liderado por Podemos, con el apoyo del PSOE y grupos minoritarios nacionalistas e independentistas. ¡Esto es lo que hay!. Y no parece que los bolos vayan a quedar plantados de otra manera.
Es decir, se nos presentan cuatro opciones principales: podemos votar al PP que pretende resolver los problemas de los ciudadanos y se ha volcado en resolver la difícil situación de quiebra que nos dejó Zapatero, quizás sin emplearse a fondo en resolver el problema de la corrupción; o votar a Ciudadanos que deseaba democratizar la política, pero nos coloca a Felisuco a dedo en Cantabria y que es un partido más proclive a entenderse con el PSOE; o a este PSOE de PedroSánchez que no tiene una línea clara de pensamiento y acción, diciendo en cada circunstancia aquello que le parece más electoralista, con graves problemas de corrupción en su seno que no quieren ver y pactando con Podemos en las principales ciudades españolas; o, finalmente, a Podemos, cuyo programa real ya sabemos por dónde anda y, si les dejamos, nos llevarán al abismo social y económico, como ya sucede en Grecia o se atisba en ciudades como Madrid, Barcelona, Cádiz o Santiago…
¿Y que hago?, me decía un amigo hace pocos días; y él mismo se dio a sí mismo la respuesta: “Votaré al menos malo y lo haré con una pinza en la nariz”.
Y no crean, podemos aplicar el refrán de que “en otros sitios cuecen habas y en mi casa a calderadas”, pues Europa anda un tanto descabalgada, con Gran Bretaña en un tris de abandonar la Unión Europea, Francia con un ambiente social caldeado mientras se celebra la Eurocopa, Grecia aún lamiéndose las heridas de su populismo; no andan mejor al otro lado del océano, con atentados como el de Orlando o con situaciones extremas como la que atraviesa Venezuela. ¡No es para consolarnos!.
Como afirmó en su día, Mahatma Gandhi, “si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están bien representados” (Otros conceden la autoría de esta frase a Apparício Fernando de Brinkerhoff Torelly (1895-1971), escritor y periodista brasileño que fue nombrado popularmente con el título de Baron de Itarare, conocido por su sarcasmo político).
Y parodiando nuestra literatura: “¡Dios, que buen vasallo, si hubiese buen Señor!”.
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