Noticias de Cantabria
11-06-2008 15:00

Los espacios mágicos de Pierre Gauthier-Dubedat

La Galería Espiral, en Meruelo, acoge del 11 de junio al 10 de agosto la exposición del artista francés Pierre Gauthier-Dubedat con veintiséis óleos sobre tela, la mayoría realizadas en el año 2000 con una combinación de sus últimas creaciones. Incluido dentro de la tendencia de la abstracción lírica, los visitantes podrán apreciar la evolución que ha sufrido este pintor desde el expresionismo.

La exposición incorpora paisajes inventados desde su imaginación con referencias a la naturaleza y el cosmo. Además, el espectador podrá apreciar perspectivas encajonadas, con la mirada del pintor hacia el infinito o el cielo; la inspiración del desencuentro y la ruina por la huella del hombre a través de la construcción. «Me interesa componer y construir, con una pincelada de libertad, aunque puede parecer contradictorio, necesito equilibrio y belleza y explicar lo intimo, la búsqueda y mi posicionamiento ante la vida», comentó Gauthier-Dubedat.

   Pierre Gauthier-Dubédat, pintor y grabador, representa, en el panorama de las artes plásticas europeas, una figura y una tarea de perfiles excepcionales. A través de un proceso de formación, rigurosamente consolidado, ha llegado a obtener una armonización, en el dominio de los saberes técnicos, que no impide el discurso, incluso el desbordamiento, de una inspiración poco común. 

    De entre el repertorio de los géneros tradicionales, Gauthier-Dubédat elige, casi exclusivamente, el paisaje y a él aplica todos sus conocimientos, ideologías y manualidades. Pero, lógicamente, este paisaje no está sometido a las caducidades de lo académico ni amenazado por los riesgos de la obsolescencia. Es, por el contrario, el lugar privilegiado, el recinto inefable, el espacio mágico en donde pueden suceder los acaecimientos más maravillosos, en donde un árbol y la reiteración de su propia sombra pueden erigirse en definición de un sortilegio, en una formulación de un conjuro.

    El color y la línea y una específica preferencia por la sombra son los imperativos en torno a los cuales vive, se afirma y se desarrolla este arte. Desde el pequeño grabado al cuadro de gran formato pasando por el instante apresado en la acuarela, Gauthier-Dubédat ordena una geografía fantástica, nos dice como son los escenarios de aquellos sucesos que no ocurrirán jamás, los lugares en donde se concilia una nostalgia de fantasmas con una tremenda angustia por encontrar ese lugar con el que se soñó un día y que jamás llegan a ver los ojos ya despiertos.

    De fantasía y concienzudo trabajo, de entusiasmo y amorosa dedicación, de vigilia y relajada actitud satisfecha estan hechas estas obras, con ellas se afirma uno de los talentos más preclaros del arte de nuestro tiempo; su vecindad nos enriquece.

    Marina Gauthier-Dubédat (Historiadora de Arte).- Impregnado por el recuerdo feliz y tierno de su infancia en el País Vasco francés, por la revelación ya remota del Perú, por su estancia en Oriente Próximo y posteriormente en España; por tantos autores que ponen de relieve por encima de todo las bellezas de este mundo, así como la naturaleza compleja de los sentimientos y reflexiones del Hombre, Pierre Gauthier-Dubédat aplica una vegetación ferozmente fecunda a cumbres desprovistas de escala terrestre, como si pretendiera llevar a Hermes o Iris hasta el Olimpo, o al contrario, vaciar de cualquier signo de vida un paisaje transformado, elocuente de polvo y silencio.

    Los violentos contrastes de negros, pardos sombríos azules violáceos, verdes ácidos o rojos sangrientos con claros amarillos pálidos, blancos cremosos, ocres cálidos o evanescentes najanjas, provocan alternativamente una agitación confusa, una angustia contenida y por fín una apaciguadora y grata serenidad.

    Asimismo, numerosas verticales y oblicuas ascendentes, que describen aquí y allá torres misteriosas y ruinas encantadas, dividen rabiosamente el espacio alertando los sentidos; mientras las horizontales u oblicuas descendentes, más infrecuentes en estas obras, que describen a veces unas acrópolis o alguna que otra ciudad olvidada, no menos impregnadas de magia, convidan a una sosegada contemplación.

    A menudo el artista asienta brutalmente unos vertiginosos acantilados, en medio de los cuales alguna senda estrecha invita al espectador a proseguir más allá de los márgenes del lienzo un viaje imaginario en el que lo experimentado parece sin embargo tan real...

    Olores mezclados de ojas secas y flores, humedad, cantos de pájaros, oscuridad, frescor, así como fragancias de Siria o de Castilla en verano, cuando se unen el tomillo silvestre, la manzanilla y la jara, calor letárgico, letanía del viento, luz cegadora, se apoderan imperativamente de nosotros para liberarnos unos instantes después.

    Este mismo arrebato se produce en nuestro espíritu, el cual, de repente se vé caminando por el Purgatorio, con la esperanza de alcanzar el Paraíso al igual que Dante; o andar errabundo de tierra en tierra sin más imperimenta que la verdad del alma al igual que Maní.

    Lírico pues, por excelencia, el arte de Pierre Gauthier-Dubédat, y si bien algunas veces nos recuerda a Nicolas de Staël, a Soulages, a Vieira da Silva, finalmente lo hace de lejos, ya que lleva el sello de un carácter demasiado asentado y único como para sufrir cualquier tipo de influencia decisiva. Ocurre asimismo que el artista se vista asombrosamente de un futurismo intensamente expresionista, cuando inestables estructuras rocosas y geométricas parecen a punto de desplomarse encima de nosotros.

    Líricos, definitivamente, son el estilo, los paisajes vueltos a inventar -según las mismas palabras del artista- y los sentimientos y emociones que éste último consigue, con una destreza fuera de lo común, que surjan en nosotros.

Sé el primero en comentar