Noticias de Cantabria
14-01-2008 23:59

GOLPE DE EFECTO

Con el fichaje de Pizarro, Rajoy lanza dos mensajes ganadores a la vez

En las filas populares no se disimulaba la euforia cuando comenzó a plasmarse negro sobre blanco que Manuel Pizarro se incorporará a la candidatura de Mariano Rajoy por Madrid. Y todo apunta a que irá como número dos, donde sería el contrapunto perfecto al lugar de Pedro Solbes en la lista de José Luis Rodríguez Zapatero.

La leyenda de Pizarro comenzó a forjarse hace más de dos años, en concreto el 5 de septiembre de 2005, cuando lanzó su claro niet a La Caixa, que controlaba Gas Natural, en su OPA sobre Endesa. El presidente de la eléctrica había echado sus cuentas y la oferta no resultaba satisfactoria para sus accionistas. Decidió resistir, y comenzó un largo proceso de presiones políticas durante el cual consiguió vencer los deseos del Gobierno, que respaldaba la OPA de Gas Natural, hasta hacer desistir a la gasística.

Tal fue el efecto de la derrota de La Moncloa, que al final la tesis de los campeones nacionales en que se amparó Zapatero se transformó en abrirle las puertas a la empresa pública italiana Enel, para así sacar de la presidencia de Endesa a Pizarro. Se fue aclamado por los accionistas tras haber multiplicado el valor de la compañía con su búsqueda de la mejor oferta.

Desde entonces los rumores de un acercamiento al PP -con quien simpatizaba sin disimulo, y que fue prácticamente su único apoyo durante el duro acoso gubernamental- apuntaban a que podría tener un papel relevante en un futuro Gobierno de Mariano Rajoy. Y se solapaban con las especulaciones sobre el regreso a la política de Rodrigo Rato, con los populares a la caza de un gran nombre económico que aportase credibilidad a su programa de reformas.

Ese nombre ya llegó con este abogado del Estado, turolense de 56 años, que fue vicepresidente de la Bolsa de Madrid en los estertores del felipismo y que ya era toda una referencia en el mundo financiero antes de librar durante año y medio en esta legislatura la mayor batalla político-económica de la democracia.

Con la incorporación de Pizarro -un más que probable vicepresidente económico de Rajoy- el presidente del PP no sólo ha logrado protagonizar el primer día de precampaña electoral, tras la disolución oficial de las Cortes. También lanza dos mensajes ganadores cara a las elecciones generales.

Por un lado equilibra el peso político de Solbes, quien ya llegó en 2004 para tranquilizar al mundo empresarial como garantía de continuidad en las líneas básicas de la política económica de José María Aznar y Rodrigo Rato, que tan buenos resultados había ofrecido. Y a quien Zapatero logró repescar a última hora con idéntico objetivo para 2008, máxime ante un escenario de intensa desaceleración. La decepción que en ciertos sectores populares había producido el definitivo paso de Rato a la actividad privada se compensa ahora con un nombre que, si bien nunca ha estado inmerso en la refriega política directa, está bien visto por los simpatizantes del PP por el liderazgo y fortaleza que demostró durante una OPA convertida en lid claramente partidista, y donde se le percibió como parte de la resistencia de la sociedad civil a Zapatero.

Pero por otro lado, y aún más importante, con Pizarro en su candidatura Rajoy lanza un mensaje psicológicamente muy importante: que el mundo económico y empresarial confía en su victoria. O, dicho de otra forma: Pizarro no dejaría su recién estrenado puesto como consejero de Telefónica si no fuese porque confía en nuevos y más altos destinos en un nuevo mandato popular.

Sea como sea, la sensación ahora es que, nada más comenzar a jugarse el partido, el PP ha metido un gol. Y aunque un 1-0 no permite relajarse, se juega más tranquilo.

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