Noticias de Cantabria
21-10-2016 17:46

¿Dónde va el PSOE con una política de rencor?

Cuando en política se actúa por odio, se debe hacer un examen general y profundo, no basta con un simple arreglo para salir del paso, hay que tratar de sanear desde las raíces. Es muy grave cuando un partido no se constituye como oposición........

Cuando en política se actúa por odio, se debe hacer un examen general y profundo, no basta con un simple arreglo para salir del paso, hay que tratar de sanear desde las raíces. Es muy grave cuando un partido no se constituye como oposición, sino que tiene como único móvil de actuación en política el rencor. Y por la forma de expresarse de algunos dirigentes del PSOE, se actúa por odio. Cuando Iceta clama con una voz desgarradora e histérica: «Pedro sálvanos de Rajoy…». No mostraba voluntad de resolver el problema en que nos ha metido Sánchez, sino que mostraba animadversión. Y cuando se le ha ofrecido resolver el desbarajuste de Badalona, ofreciéndole la alcaldía, niega absolutamente el apoyo. ¿Qué muestra? Una política basada en el odio.

Hemos llegado a tal situación de rencor, que las circunstancias exigen detenerse y ponerse a considerar a donde nos puede llevar. El tema no es sólo que el PSOE, tenga algunos desacuerdos en la forma de gobernar el Estado español, sino que muchos militantes muestran una actitud de animadversión, que no se puede admitir en la política de un Estado. En estos momentos bastantes políticos del PSOE prefieren unas terceras elecciones, no por algunas discrepancias, sino por un rechazo absoluto a lo que ellos llaman Gobierno de derechas, sabiendo, además, que coinciden con ellos en la mayoría de los temas a arreglar, aún en el caso de que vayan a la destrucción de su partido.

Lo malo no es que sea de unos pocos, ni de estos tiempos, viene de antiguo, ya en 1910 el diputado, por primera vez, Pablo Iglesias Posse, fundador del partido, en nombre del grupo socialista, pronunció un durísimo discurso en la Cámara contra Maura y Lacierva, y anunció que «Lucharía en la legalidad mientras pudiera y saldría de ella cuando debiera», continuando que «para evitar que Maura llegara al poder llegaría hasta el atentado personal». A lo que se puede añadir multitud de circunstancias del tiempo de la II República, pero como más significativa fue el intento de golpe de Estado en 1934, que llegó a soliviantar a muchos sectores de la sociedad, cuando las derechas ganaron unas elecciones en 1933. Motivo que les llevó a los socialistas a promover la fracasada Revolución de octubre de 1934, la cual llegó a consolidarse en Asturias, y que para sofocarlo tuvo que intervenir el ejército, donde el abuelo de Zapatero, luchó al lado de Franco, y sobre lo que su nieto ha creado una asombrosa leyenda, que ha vuelto a revivir aquel viejo odio, que está causando la tan detestable situación del PSOE de estos días.

El equipo del PSOE, totalmente renovado en Suresnes en 1974,  había llegado a navegar en un mar de tranquilidad, con una gente joven y consciente de que había que cambiar de política, con los que se pudo acordar una transición, y proporcionar algunos años de pacífica convivencia, en los que se enfocó una nueva política de oposición, llena de esperanzas.

Pero la llegada de Zapatero al poder, con un infantilismo incomprensible en estos tiempos, fruto del sistema de primarias donde no se presentan candidatos de valía y con experiencia, vino a despertar el odio de antiguos tiempos, y destrozar la convivencia aceptable que había proporcionado la transición. Empezó con la aceptación del pacto del Tinell, en el que aprobaron propuestas independentistas catalanas y el rechazo absoluto del PP., con lo que, se volvían a encender las brasas del odio, que en rescoldo permanecían bajo las cenizas del tiempo.

Luego llegaría la publicidad de la muerte de su abuelo, que lo presentó como uno de los mártires del socialismo, cuando fue condenado como traidor. El odio que sentía hacia las derechas y la simpatía que mostraba por las manipulaciones de los independentistas catalanes, creó uno de los problemas que tiene hoy día la sociedad española, por causa del separatismo y el rencor hacía las derechas. Para alimentar esta animadversión dictó la ley de Memoria Histórica, que ha sido el instrumento para que una multitud, que ignora la historia, se hayan inventado unas revanchas sin sentido. El odio de otros tiempos, algo apagado por el equipo de Suresnes, que dio ocasión de poder crear una sociedad democrática en 1978, volvió a encenderse por un presidente del Gobierno, que no había superado la fiebre de las juventudes socialistas.

Por este camino abierto, el último secretario Pedro Sánchez Pérez-Castejón, ha vuelto a soplar las brasas encendidas por su antecesor, y ha logrado prender una gran fogata, y lo ha conseguido con su: «No es No, y que parte del no es lo que se entiende». Con ello ha cerrado toda posible solución a la situación del Estado español. El desalojo que ha hecho el Comité Federal del partido de su Secretario General, ha abierto algo la puerta de una solución. Pero ha dejado una división que puede ser mortal para el partido socialista.

El resentimiento no puede ser lema de un partido político, y en estos momentos se advierte muy claramente. El odio de la II República se salvó, porque un equipo de jóvenes supo dar una nueva orientación con Felipe González, que recibió formación política de don Manuel Giménez Fernández, demócrata cristiano y Ministro de Agricultura en la II República. La vuelta al odio del partido socialista, no le augura un futuro, y mientras no supere y olvide el rencor de la II República, la política española no tendrá solución. Un partido que persiste en ese estado de ánimo, viviendo de un pasado rencoroso, es un partido que camina a su destrucción.

 

  

 

 

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