El lehendakari y la ETB
Hace apenas unos días, el parlamento vasco ha proclamado a Iñigo Urkullu, como el quinto lehendakari de la democracia. Comienza así una nueva andadura del PNV que ha tenido sumo cuidado en los últimos tiempos en no parecerse en nada a la CiU de Artur Más.

Para los antinacionalistas más radicales el nuevo lehendakari se está comportando como el lobo que se esconde estratégicamente en la piel del cordero pero yo espero, sinceramente, que no sea así.
Euskadi es una tierra próspera donde casi todos los índices: económicos, sanitarios, educativos etc están muy por encima del resto de España. Ha padecido como ninguna otra el azote del terrorismo y, por lo tanto, lo inteligente ahora es procurar salir de la crisis económica y no seguir ahondando en los temas identitarios, ni envolverse en banderillas que, allí, suelen acabar como el Rosario de la Aurora.
Yo no soy nacionalista y no lo oculto, y no lo soy porque creo en el mestizaje y, aunque amo profundamente a mi tierra, detesto la gente que mira más el RH que las cuestiones que de verdad importan. No creo que ningún ser humano tenga que tener privilegios por el lugar donde le ha tocado nacer, ni que eso le haga diferente al común de los mortales a la hora de cumplir con sus deberes y de tener los mismos derechos. Detesto del nacionalismo su ambigüedad calculada y su forma de escribir con renglones torcidos y con grandes falsedades la historia de nuestro país. No ser nacionalista no me impide, sin embargo, mantener conversaciones largas y sosegadas con quienes si lo son.
A Iñigo Urkullu le he tratado y, mucho, en los últimos cuatro años. Le he entrevistado en múltiples ocasiones y he de decir que tiene un discurso nacionalista del libro. Es un hombre inteligente, amable y educado, muy correcto en las formas aunque implacable en el fondo, que no pierde los nervios fácilmente.
Tuvo una excelente relación con el anterior presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero -lo que le costó más de un disgusto a Patxi López- y también tiene una comunicación fluida y continua en el tiempo con Mariano Rajoy lo cual está muy bien y es una señal de respeto mutuo en la discrepancia. Hoy mismo, a mediodía, jurará su cargo ante el Árbol de Guernica y muy probablemente el martes convocará su primer consejo de gobierno oficial. Su prioridad ahora debe ser la economía y hará bien si no se deja llevar por los cantos de sirena de autodeterminación y referéndum ilegales que vienen de Cataluña. Él afortunadamente ni es ni se parece a Ibarretxe y lo sabe.
He leído estos días que aunque por el momento su partido: el PNV, no ha contactado con ETB, sí le ha hecho llegar algún mensaje al director general de la televisión autonómica nombrado por Patxi López. Se le ha insinuado, por ejemplo, que se vuelva a la época en que la televisión vasca no emitía en directo el mensaje navideño del Rey que empezó a verse en el 2009 -con gran éxito de audiencia por cierto- y se entendió como el símbolo del cambio al haber por primera vez un lehendakari socialista. Ya veremos si el director general de la televisión pública acata o no la orden, pero se admiten apuestas y la mía es que se va a complacer al nuevo inquilino de Ajuria Enea.
Son, precisamente, hechos así los que permiten poner en cuestión a las televisiones autonómicas, siempre al servicio de quien tiene el poder y no al de los ciudadanos que la pagan con sus impuestos. La cosa no tiene mayor importancia, pero no deja de ser curioso que la primera indicación haya sido precisamente a un periodista. Por lo demás sólo hay que desearle al nuevo lehendakari suerte, porque tal como está el patio y la situación económica de España y de Euskadi la va a necesitar.
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