Infumable...
Hasta que llega este Gobierno (en otro tiempo los abanderados del “Prohibido prohibir”) y decreta su prohibición. ¡No se puede fumar!. Y se arma la marimorena y el tema es motivo de comentarios de taberna, cabreos contenidos y no tan contenidos, tertulias televisivas,…

No soy fumador, aunque por mis actividades profesionales he sido un “fumador pasivo” empedernido, y he estado últimamente, semana tras semana, escuchando todo el “barullo” que se ha formado con el tema de la Ley Antitabaco; nada más lejos de mi intención que terciar en el asunto, pues creo que ya está todo dicho y soy consciente del daño del tabaco…
¡Al menos eso me parecía a mí!. Pero aún se pueden hacer algunas consideraciones y a ello voy.
Por una parte, todo esto está siendo una interesante “cortina de humo” (nunca mejor utilizado el término) para que hablemos de ello en todos los ambientes mediáticos y en todas las tabernas de pueblo.
Por otra parte, existe un aspecto que está relacionado con nuestra cultura, con nuestras raíces, con nuestra forma de vivir…
¡Me explicaré! Cuando yo no levantaba dos palmos, ya me enviaba mi madre a la taberna a comprar el pan y otros productos de uso común; esta taberna, que aún existe, estaba no muy lejos de mi casa natal y allí se vendía de todo: el pan de cada día, el aceite extraído en aquellos artilugios mecánicos, el vino del tonel o del pellejo, las latas de conservas, las alpargatas, un dalle, una azada o unas botas… ¡Lo que se tercie!. Pues había de todo. Y esta taberna era también el puesto de la leche por dónde después pasaba el camión a recoger las ollas y también servía como lugar de encuentro y allí iban los hombres a tomar el blanco ¡Creo que tenían un buen blanco de solera!, jugar la partida y comentar los avatares de la vida…
Hoy esta taberna sigue vendiendo de todo, pero ya es un bar-restaurante y cumple la función de encuentro, lugar para tomar un blanco, comer y, si se tercio, tomar un cubata; siguen asistiendo los vecinos de la zona y otros no tan cercanos, que llegan en coche o moto y les dejan en su amplio aparcamiento. Cuando uno se va a la ciudad –Santander, Torrelavega, Reinosa o…- se encuentra múltiples establecimientos similares a éste, con mejor o similar porte… ¡Y todos ellos con muchos clientes, comiendo, bebiendo y también fumando!. Y este es nuestro estilo de vida y ello tiene ventajas e inconvenientes…
Cuando uno va al anochecer por muchas ciudades europeas, ve las calles vacías y son pocos los establecimientos hosteleros existentes y abiertos; no ocurre lo mismo en nuestro país, dónde tenemos la mayor densidad de establecimientos hosteleros del mundo. ¡No creo exagerar!. Y suelen tener clientes a todas horas: trabajadores antes de ir al tajo, los que desayunan en los mismos, los que van a tomar las “once” o el blanco del mediodía, a veces acompañado de las rabas, quienes almuerzan, toman el café, echan la partida, o comparten el “chiquiteo” de la tarde… En fin, que siempre hay clientes para cada momento del día y, algo fundamental, lo normal es estar acompañado, en grupo, compartiendo un café o un blanco y, algunos, fumando, sin que esto sea motivo de problema alguno entre ellos, pues salvo excepciones todos –los que fuman y los que no- son respetuosos y conviven pacíficamente…
Hasta que llega este Gobierno (en otro tiempo los abanderados del “Prohibido prohibir”) y decreta su prohibición. ¡No se puede fumar!. Y se arma la marimorena y el tema es motivo de comentarios de taberna, cabreos contenidos y no tan contenidos, tertulias televisivas,… Y mientras el personal esté ocupado en este tan importante tema, no habla de otros aspectos que quizás no le resulten tan agradables a este Gobierno, como el paro, la situación económica, el estado de las autonomías (¿O “autonosuyas”, como decía un agudo escritor?), el terrorismo,…
Los ciudadanos se están haciendo muchas preguntas estos días:
Si tan interesados están en que no se fume, porqué no suprimen la plantación, el manipulado y todo el proceso… ¡Seamos coherentes y no hipócritas!.
No quieren que se fume, pero suben los impuestos del tabaco para “hacer caja”… ¿O es con afán disuasorio?.
Han pensado que muchos fumadores lo van a hacer fuera de los establecimientos hosteleros y ello podrá provocar otros problemas medioambientales para los ciudadanos… ¿Alguien ha visto las colillas por el suelo de las aceras de muchos establecimientos hosteleros de Santander, en la entrada al Hospital de Valdecilla,…?
Muchos fumadores saldrán a la calle con la bebida, quizás incumpliendo la norma de no beber en la calle… ¡Quizás consigan aumentar el botellón!. Siguiendo aquella famosa frase del profesor Tierno, Alcalde de Madrid: “el que no esté colocado, que se coloque y ¡al loro!”.
Sabemos que muchos turistas vienen a nuestro país por este “ambiente” que existe en nuestros bares y tabernas… ¡Ahora tendrán un aliciente menos!.
Algunos establecimientos probablemente tendrán que cerrar, otros reducirán personal y ¡aumentará el paro!.
¡Ah!. Y lo más gordo: nuestra inefable ministra Pajín nos incita a denunciarnos unos a otros (esto también pasa en Cuba, creo que ahora también en Venezuela y ya ocurría en la Alemania hitleriana). ¡Qué cosas están pasando en nuestro país!.
Y este es el PSOE que está contra el tabaco, pero no está tan en contra de otras drogas, probablemente más perniciosas.
¿Ustedes lo entienden?. Yo, no mucho.
Hay otro aspecto que no quiero desdeñar: este tema está generando ciertas tensiones entre los ciudadanos, entre fumadores y no fumadores, en algunos bares entre los camareros y los clientes, entre los ciudadanos y alguna organización de consumidores bien engrasada por el Gobierno, entre… ¿Igual es lo que quiere el Gobierno?. ¡Cuánta más tensión, mejor!...
Infumable…
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Comentarios(1):
Al fin, no se pudo sustraer a terciar y terció. Sabe usted que el tabaco es malo, no defienda fumar en sitios públicos. No se preocupe por la tensión existente que, sin duda, la hay, ya que es normal al tratar de quitar una costumbre ancestral en la que taberna y cigarro aparecen como indisociables, pero también esté seguro que en muy pocos meses pasará y todos adaptados a la nueva situación. Seguro recordará cuando se fumaba en la habitación del enfermo en el hospital, era visto como una situación normal, hoy aquello nos parece aberrante. Y así pasará con el tabaco en las tascas. Esta, según usted, cortina de humo que ha extendido el gobierno, no la alimente y así la cortina se disipará y podemos abordar esos problemas que parece, según usted, desea ocultar el gobierno. Dejemos el tabaco en paz y este gobierno que no está por el todo prohibir, pues cree en el libre albredrío, permite fumar a quien lo desee, pero no en lugares públicos donde quede alterado el derecho del no fumador a un ambiente saludable sin humo.