La alcaldesa y el calentón
La noticia más vista y más comentada en la red tanto en España como en medio el mundo, es esa "pillada" de una alcaldesa belga practicando el sexo en el Palacio Real de Olite, en Navarra.

Ahora resulta que ni la reforma de la Constitución, ni el paro, desbordante, el déficit que nos asfixia, ni la cena secreta entre Felipe González y su niña Chacón, que tiene muchísimo morbo, ni nada de nada. La noticia más vista y más comentada en la red tanto en España como en medio el mundo, es esa "pillada" de una alcaldesa belga practicando el sexo en el Palacio Real de Olite, en Navarra.
Al parecer, un turista recogió con su cámara una escena de pasión, de sexo desaforado entre lo que eran dos desconocidos que, ajenos a que estaban en un lugar publico, dieron rienda suelta a sus instintos básicos. La cosa, de haber sido dos personas anónimas, tal vez hubiera tenido la misma difusión, pero ni mucho menos la repercusión tanto política y mediática que al final está teniendo en un universo lleno de cotillas y huele braguetas.
La alcaldesa en cuestión, Ilse Uyttersprot, es la primera autoridad de la localidad belga de Aaist y miembro del Partido Popular Europeo y tras reconocer los hechos y matizar que ocurrieron hace más de cuatro años se ha limitado a afirmar: "No tengo nada que decir. Es una escena privada con mi pareja y el asunto es políticamente irrelevante". Visto así, evidentemente, las relaciones sexuales y personales de los políticos pertenecen estrictamente a su ámbito privado, siempre y cuando los asuntos de cama no terminen siendo determinantes a la hora de ejercer con honestidad la cosa pública.
Siempre he sostenido, y sigo haciéndolo, que nadie, absolutamente nadie, resistiría una grabación en su ámbito privado, que cualquier tipo de relación expuesta ante el publico, sacada de contexto y manipulada mediáticamente podría interpretarse de todas las formas escandalosas posibles, incluso la conversación más inocente del mundo. Eso es una cosa y otra muy distinta que un político, en este caso una política, pretenda que un tema tan morboso no tenga ninguna consecuencia en su carrera. De hecho, la oposición, que ha pedido su dimisión inmediata, ha dicho que un alcalde tiene que dar ejemplo. ¿Cómo va a seguir cortando cintas en los colegios y haciendo discursos sobre valores después de esa escena de sexo duro que ha visto medio mundo?, se preguntan sus adversarios, tal vez con razón.
Mas allá de si la alcaldesa más famosa del momento podrá o no seguir manteniendo el bastón de mando -cosa que dudo- el tema plantea muchas cuestiones difíciles de resolver, pero que se podrían resumir en que la actuación de los representantes públicos, en quienes los ciudadanos depositan su confianza, debe ser ejemplar y ejemplarizante en todos los ámbitos de su vida. Claro está que a la hora de juzgarles, la vara de medir también debería ser idéntica, independientemente de su sexo. Escándalos sexuales los han protagonizado políticos de todos los partidos y de casi todos los países y no siempre les ha costado el cargo. Si de muestra vale un botón ahí sigue Berlusconi con su bunga-bunga para vergüenza de muchos, como en su día siguió Clinton, Kennedy y una larga lista que se ha visto ampliada recientemente por el ex director del FMI, Strauss-Khan, que puede irse de rositas.
A mí, la actitud de la alcaldesa belga con su pareja en un lugar público me parece impropia, pero no porque sea mujer o se dedique a la política, sino porque creo que la vida sexual tiene en la intimidad un componente esencial. Bueno... tal vez tuvo un calentón irrefrenable, pero eso deja al descubierto su escasa capacidad de control. Pero eso... es harina de otro costal.
Sé el primero en comentar