El Abanico
Miedo al miedo
Conversación con un taxista ayer mismo: "la situación me da miedo, que aumenta cada vez que veo la tele, oigo la radio o leo los periódicos. A los periodistas no les gusta más que dar titulares llamativos para vender más, una falta de rigor con la que ya tenemos ya encima".

No es la única charla que mantengo en los últimos tiempos con el gremio de taxistas y con gente de lo más variopinta, lo que me hace temer que la situación se está generalizando y que todavía puede empeorar. Encima, la primavera no acaba de asentarse y aunque nos queda "la roja" tampoco es para creernos los amos del mundo porque también podrían fallar.
Miedo, una situación sicológica que depende más del exterior que del interior. Por ello, me consoló el artículo del miércoles en El País firmado por Miguel Boyer. Hacía un recorrido por las variadas crisis económicas que han afectado a nuestro país desde los años del petróleo y se fijaba en cómo a pesar de todo lo que tuvieron que hacer cuando los socialistas comenzaron a gobernar, Felipe González extendió doce años más su mandato. Pero su receta es que hay que hacer lo que haya que hacer en cada momento. Y este momento no es el del 2009 porque esta primavera nos ha traído un emborronamiento general del que no sabemos bien cómo vamos a salir.
Frente al miedo, confianza. Esta receta de médico rural es casi de Perogrullo. ¿Cuántas veces lo hemos pasado francamente mal? Cuando enumeraba Boyer en su artículo las diferentes crisis de los últimos veinte años, me venía a la mente que ciertamente yo nunca he conocido la bonanza extrema. Es decir que no he sido consciente en mis casi cuarenta años de trabajo de los momentos de esplendor. Siempre ha sido difícil, siempre me he sentido atenazada por un cierto miedo al futuro, siempre me ha parecido todo caro e inalcanzable, siempre me ha faltado un peldaño para llegar a lo que quería. Pero, afortunadamente, nunca he parado. Quizá porque soy de un pueblecito de Avila y ya se sabe que los agricultores siempre temen lo peor.
Por eso, cuando llega un momento como éste confío en los que son capaces de sobrevolar las situaciones, aplicar algo de sentido común y ver las cosas no desde la pugna partidista sino desde las recetas de libro aunque puedan parecer frías. Si en este país hacen falta reformas estructurales y vemos que están empeñados en ellas Gobierno, sindicatos y empresarios cada uno con sus intereses diferenciados, tendrán que llegar a un consenso. Si en este país vemos todos que hace falta más confianza tendrán que luchar por ella todos, cada uno en su papel. El Gobierno comunicando bien y no cometiendo equivocaciones tan de manual como la última relacionada con el déficit de los ayuntamientos. La oposición... pues eso, haciendo de oposición no de vocingleros que parece que buscan el muy español "cuanto peor, mejor". Los sindicatos, mirando por los parados, no sólo por los que trabajan. Los empresarios, cambiando a un presidente de la patronal que ha quedado demasiado desautorizado por sus propias circunstancias.
Y lo demás, esperar a que escampe. El refranero español es muy rico. Desde el "nunca llueve a gusto de todos" hasta "Dios aprieta pero no ahoga" nos podemos aplicar decenas de ellos a la actual situación. Pero, por favor, miedo no. Simplemente, ajustarnos el cinturón y seguir caminando.
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