Noticias de Cantabria
18-05-2012 10:00

Lo que queda de aquel grito

Y el 15-M nació en la Puerta del Sol de Madrid y se extendió por muchas ciudades de nuestro país y hasta de Europa. Es cierto que fue degenerando, pero lo importante, yo creo, no es ver cómo acaba sino reflexionar sobre por qué comienza, de qué forma explota, qué ocurre para que miles de jóvenes y no tan jóvenes decidan volver a la utopía sabiendo como les ha enseñado la Historia que la imaginación nunca llegará al poder

 

Resulta curioso cómo los medios han tratado en este aniversario -y trataron en su momento- el movimiento que hemos quedado de denominar como "15-M". Mientras los más cercanos a la derecha arremetían contra él y aun sigue en ello, los de izquierda, o para ser mas exactos, lo más afines al PSOE, lo valoraron, de forma equivocada a mi ver, como una respuesta general contra el capitalismo sin hacer demasiado hincapié en que el PSOE, desde hace mucho tiempo, forma parte esencial de ese capitalismo se mire por donde se mire. 

 

¿Pero qué fue y qué queda ahora de aquella manifestación popular? Todas las comparaciones son casi siempre imposibles porque los tiempos son distintos y las circunstancias también. Comparar para bien o para mal el 15-M con el Mayo del 68 es tan absurdo como establecer paralelismos entre el 15-M y las primaveras de Túnez, Egipto, Argelia etc. Cada tiempo tiene su razón y cada sociedad su por qué. Pero sí hay algo que puede unificar este tipo de movimientos: el desencanto moral o ético y la espontaneidad con la que nacen aunque luego sean grupos más o menos organizados los que intenten apoderarse de la situación. 

 

Y el 15-M nació en la Puerta del Sol de Madrid y se extendió por muchas ciudades de nuestro país y hasta de Europa. Es cierto que fue degenerando, pero lo importante, yo creo, no es ver cómo acaba sino reflexionar sobre por qué comienza, de qué forma explota, qué ocurre para que miles de jóvenes y no tan jóvenes decidan volver a la utopía sabiendo como les ha enseñado la Historia que la imaginación nunca llegará al poder y que debajo de los adoquines no hay playa sino especulación. Pese a todo, querer pasar página y negar la importancia de aquellos días, resulta tan pueril como el intento lamentable de algunos partidos para arrimarse a ellos sobre la marcha. Alguien me preguntaba, escéptico, si el Mayo francés había logrado realmente algo. Y claro que sí. No logró evidentemente lo que la Revolución de Octubre ni creo que nadie de aquellos estudiantes -muchos de ellos después fueron políticos de derechas y de izquierdas- esperasen un resultado tan espectacular y tan cruel por otro lado. Pero cambiaron la forma de sentir la política en la vieja Europa, no le quitaron el luto de las dos guerras pero si lograron aflojar el nudo de una corbata negra que ahogaba la entrada de unas nuevas generaciones y desatascaron las anquilosadas tuberías de un sistema caduco, triste, amargo. 

 

Con el 15-M pasó un poco lo mismo. Dejaron claro algo que pensamos una inmensa mayoría y es que este democracia de partidos siempre al borde de la corrupción y el recorte de libertades en nombre de una seguridad mal entendida, no es la democracia que unos -por edad- ayudamos a traer y otros viven de forma desencantada. Naturalmente que la asamblea como sistema de gobierno o de toma de decisiones no es viable aunque resulte hermosa. Naturalmente que no ofrecieron una alternativa a un capitalismo sin alma. Claro que no; dijeron, dijimos, que no nos gustaba ni esta política ni estos políticos, que un estado hombres libres no puede levantarse sobre la base de unos partidos corruptos y que algo debe cambiar si aun nos preocupa el futuro. 

 

Luego el 15-M se llenó de turistas, de violentos, de interesados y se fue diluyendo hasta este primer aniversario. Puede que no vuelva surgir otra oleada como aquella y sólo queden imágenes manipuladas en su mayoría por unos y por otros. Pero el grito de entonces aun resuena y el desencanto se hace abstención y desprecio por este orden establecido en los que los únicos que no tiene libertad para hablar cuando quieran son, precisamente,  los que elegimos para que nos representen: según el gesto del que gobierna el redil, así balan la ovejas: si, no, abstención. Y disciplina de voto. Y dinero para campañas en las que se promete todo lo contrario a lo que después se hace. Que sigan por ese camino y ya verán que poco tarda alguien en ordenarnos que nos pongamos de pie en señal de respeto al líder. Da escalofríos solo de pensarlo/recordarlo.

 

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