El Ciclo de Puente Viesgo trata este miércoles la conservación de cuevas con arte rupestre y el caso del Castillo
El Ciclo de Conferencias sobre Prehistoria de Puente Viesgo tratará este miércoles, 27 de agosto, la conservación de las cuevas prehistóricas con arte rupestre y el caso concreto de El Castillo, en la novena conferencia programada este año, que será impartida por Eduardo Palacio, doctor en Prehistoria y conservador de cuevas prehistóricas.

La conferencia de Palacio se iniciará a las 19.30 horas en el Centro de Arte Rupestre (CAR) de Cantabria y está organizada por la Sociedad de Amigos de las Cuevas del Castillo, en la trigésimo quinta edición del ciclo, ha indicado la organización en nota de prensa.
La ponencia de Palacio sucede a la impartida por Isabel Moro, doctora en Geografía e Historia de la Universidad de Cantabria (UC), sobre la historia turística de las cuevas prehistóricas cántabras.
Moro inició el trayecto turístico de las cuevas prehistóricas cántabras con la de El Castillo, en Puente Viesgo, que fue descubierta de manera oficial en 1903, aunque más de medio siglo antes, en 1848, el médico y director del Balneario de Puente Viesgo mencionó en sus memorias la existencia de una cavidad y que "los bañistas del propio balneario la visitaban con faroles y guías" ya que "había una conexión entre la actividad termal y las visita a las cuevas en todos los balnearios".
La doctora en Geografía e Historia de la UC prosiguió su exposición con la Cueva de Altamira, descubierta en 1879 y que en 1928, cuatro años después de ser declarada Monumento Histórico, tuvo sus primeros visitantes. Según indicó, durante la Guerra Civil la cavidad se utilizó como refugio y hubo estrategias militares para protegerla y se siguió visitando turísticamente entre 1936 y 1938.
Además, en 1938 se diseñaron las Rutas de la Guerra, que tenían como objetivo promocionar el turismo, consolidar el franquismo y aumentar el número de divisas.
Así, en 1952 visitaron la Cueva de Altamira 32.000 personas; en 1965, 115.000 personas; y cinco años más tarde se registraron visitas de 1.150 personas diarias de 9.00 a 19.00 horas, en turnos de diez minutos por grupo y sin contabilizar a los niños de hasta siete años.
ACTIVIDAD ECONÓMICA PROPIA
Moro destacó en su conferencia que el turismo de cuevas prehistóricas, que se inició antes de que se reconociera científicamente su patrimonio de arte rupestre, es "una actividad económica con identidad propia".
Así, durante el siglo XX se fue diferenciando de otras categorías, y el turismo de cuevas comenzó a crear planes e informes para el control de visitantes y logra "instalaciones, discursos y una contabilidad propia".
Según indicó la conferenciante, el desarrollo del turismo de cuevas ha estado condicionado por factores económicos, sociales y políticos; y a lo largo del siglo XX las cavidades "fueron utilizadas cultural y propagandísticamente, integrándose en discursos identitarios y como símbolo de identidad nacional y regional".
La doctora en Geografía e Historia subrayó que las rutas prehistóricas "son un patrimonio territorial que implican una promoción económica y social".
Además, se pasó "de visitantes de élite a una democratización del patrimonio, a un aumento paulatino del precio de las entradas y a estrategias para ganancias económicas y poder resolver el aumento de gastos".
"Altamira no fue únicamente un hito arqueológico sino también un icono social y artístico, convirtiéndose en escenario de visitas, narrativas literarias, debates científicos y apropiaciones simbólicas", concluyó.
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